ENSAYO
Vol. 12, No.1, Febrero-Abril, 2024 http://revistas.uniss.edu.cu/index.php/margenes
Recibido: 14/7/2023, Aceptado: 5/1/2024, Publicado: 5/2/2024
Enebral Veloso, L. E., Armas Simón, J. L. y Quesada Madrigal, D. M. (2023). El pensamiento martiano en la hora actual de América Latina. Márgenes. Revista multitemática de desarrollo local y sostenibilidad, 12(1), 227-245. https://revistas.uniss.edu.cu/index.php/margenes/article/view/1583
EL PENSAMIENTO MARTIANO EN LA HORA ACTUAL DE AMÉRICA LATINA
JOSÉ MARTÍ'S THOUGHT IN THE PRESENT TIME OF LATIN AMERICA
Autores:
M. Sc. Luis Ernesto Enebral Veloso
enebral@uniss.edu.cu
https://orcid.org/0000-0002-1078-406X
M. Sc. José Luis Armas Simón
jarmas@uniss.edu.cu
https://orcid.org/0000-0001-5120-5151
Universidad “José Martí Pérez”. Sancti Spíritus, Cuba.
RESUMEN
La denuncia martiana de los objetivos de dominio de Estados Unidos sobre América Latina y el Caribe adquiere una connotación especial en estos días, cuando el imperialismo norteamericano se torna más agresivo, las contradicciones interimperialistas son más agudas, crece la lucha geopolítica y el poderoso vecino del Norte mantiene inalterable su visión ancestral de que los territorios ubicados al sur del Río Bravo son parte de su espacio vital. El presente ensayo tiene el objetivo de fundamentar la importancia del pensamiento martiano en el enfrentamiento a las pretensiones hegemónicas del imperialismo yanqui sobre la mencionada región en los momentos actuales. Se asumió como presupuesto teórico que la naturaleza imperialista del país norteño ha condicionado históricamente su política de opresión hacia el subcontinente. Las conclusiones a que se arribó giran en torno a la idea central de que el enfrentamiento a las aspiraciones de dominación imperial sobre los países latinoamericanos en la actualidad requiere de referentes teóricos rigurosos, donde ocupa un lugar central el rico pensamiento independentista, latinoamericanista y antimperialista de José Martí, quien no se limitó únicamente a advertir el peligro, sino que formuló un conjunto de propuestas para impedirlo.
Palabras clave: América Latina; Estados Unidos; Martí, José (1853-1895); pensamiento.
ABSTRACT
Martí's denunciation of the objectives of U.S. domination over Latin America and the Caribbean acquires a special connotation in these days, when U.S. imperialism becomes more aggressive, the inter-imperialist contradictions are more acute, the geopolitical struggle grows and the powerful neighbor of the North maintains unalterable its ancestral vision that the territories located south of Rio Bravo are part of its vital space. This essay has the objective of substantiating the importance of Martí's thought in the confrontation to the hegemonic pretensions of Yankee imperialism over the mentioned region at the present time. Its theoretical assumption is that the imperialist nature of the North American country has historically conditioned its policy of oppression towards the subcontinent. The conclusions reached revolve around the central idea that the confrontation to the aspirations of imperial domination over Latin American countries at present requires rigorous theoretical references, where the rich pro-independence, Latin Americanist and anti-imperialist thought of José Martí occupies a central place. José Martí did not limit himself only to warn of the dangers of imperialism, but also formulated a set of proposals to prevent them.
Keywords: Martí, José (1853-1895); thought; Latin America; United States.
INTRODUCCIÓN
La proyección del pensamiento independentista, latinoamericanista y antimperialista de José Martí, el más universal de todos los cubanos, desbordó los límites geográficos de la tierra que lo vio nacer aquel 28 de enero de 1853. En su intensa actividad revolucionaria, el propósito de la emancipación de Cuba era parte de uno mayor: la segunda independencia de la América española.
Es ampliamente conocida la diversidad temática que abordó el Maestro, prueba infalible de su vasta cultura, prácticamente no hubo un tema de su época al que no se refiriera. Pero de todos, quizás fue del problema latinoamericano del que más se ocupó, dejando un rico legado que incluye infinidad de artículos periodísticos, crónicas, conferencias, discursos, cartas y otras formas de expresión.
¿Por qué esta preferencia por el tema de la que llamó indistintamente Madre América o Nuestra América? Porque como político revolucionario, heredero de lo mejor del pensamiento que le antecedió, tenía ante sí el deber supremo de ser un hombre de su tiempo, deber que ante todo suponía la realización en América Latina y el Caribe del sueño de sus próceres: la verdadera independencia, cimentada en la unidad de los pueblos del subcontinente.
El Apóstol de la independencia de Cuba fue un profundo conocedor de los problemas que obstaculizaban el desarrollo de los pueblos ubicados al sur del Río Bravo. Una lectura minuciosa de sus textos permite resumir en dos esas dificultades: los males heredados de la época colonial y el peligro de la amenaza de dominación por parte del poderoso vecino del Norte.
La denuncia martiana de las pretensiones hegemónicas yanquis cobra particular vigencia en los momentos actuales. Hoy más que nunca se impone la denuncia y la lucha contra ese peligro, en tanto el imperialismo norteamericano se torna más agresivo, al tiempo que se profundizan las contradicciones interimperialistas y se hace más encarnizada la lucha geopolítica, donde los Estados Unidos mantienen inalterable la visión de que América Latina es su patio trasero.
Para el enfrentamiento a las aspiraciones de dominación imperialista en el subcontinente, resulta de vital importancia tener muy presente las lecciones de la historia y contar con referentes teóricos rigurosos, donde indiscutiblemente ocupa un lugar central el pensamiento martiano. La Constitución de la República de Cuba recoge de manera explícita: “(…) la educación promueve el conocimiento de la historia de la nación y desarrolla una alta formación de valores éticos, morales, cívicos y patrióticos” (2019, p. 4).
Particular importancia reviste en la educación superior cubana el estudio del pensamiento del más universal de todos los cubanos.
(…) para garantizar la preparación integral de los estudiantes de las carreras universitarias, que se concreta en una sólida formación científico-técnica, humanista y de altos valores ideológicos, políticos, éticos y estéticos; con el fin de lograr profesionales revolucionarios, cultos, competentes, independientes y creadores para que puedan desempeñarse exitosamente en los diversos sectores de la economía y de la sociedad en general. (Ministerio de Educación Superior [MES], 2022, p. 2)
En este escenario descuella el trabajo de las Cátedras Honoríficas, donde se plasma:
El ideario y la obra de José Martí, Fidel Castro Ruz y Ernesto Che Guevara constituyen pilares esenciales de la ideología de la Revolución Cubana y fuente de valores en los que deben educarse las nuevas generaciones de patriotas cubanos; y en compromiso con las causas emancipadoras de Cuba, América Latina, el Caribe y el mundo. En sus obras se atesora buena parte de la cultura universal y dialogan con los acuciantes dilemas éticos y de justicia social que encara el mundo. Constituyen un patrimonio invaluable de ideas que contribuyen a una interpretación adecuada de las nuevas circunstancias y problemas que enfrentamos en pos de alcanzar nuestros objetivos históricos y a su vez método científico, teoría y caudal de saberes, cuyo conocimiento se debe promover en toda la comunidad universitaria y la sociedad. A nivel de cada universidad se deberá lograr, de conjunto, un sistema de trabajo coherente y de dimensión amplia con estos propósitos. (MES, 2019, p. 1)
El presente ensayo tiene el objetivo de fundamentar la importancia del pensamiento martiano en el enfrentamiento a las pretensiones hegemónicas del imperialismo norteamericano sobre América Latina y el Caribe en los momentos actuales.
En correspondencia con lo anterior, el trabajo se ha estructurado en dos partes. La primera recoge un recuento de los principales hitos de la política exterior del imperialismo norteamericano, en particular hacia el subcontinente; mientras que en la segunda se plasma un análisis de importantes reflexiones de José Martí Pérez sobre las seculares ambiciones de dominio de Estados Unidos en la región, recreadas a partir de la situación internacional actual y su manifestación en el continente americano.
Para darle cumplimiento al objetivo propuesto, resultó de gran valor el método del análisis documental, especialmente para el estudio de una parte importante de la obra martiana desde fuentes primarias, lo que unido a los métodos lógico-histórico, inductivo-deductivo y analítico-sintético permitió identificar los antecedentes y la evolución del tema objeto de investigación hasta los momentos actuales, a la vez que se determinaron los nexos lógicos y las generalizaciones correspondientes.
DESARROLLO
Las ambiciones del imperialismo norteamericano con relación a América Latina.
Desde mucho antes de la independencia de las Trece Colonias inglesas, comenzaron a levantarse voces en aquel territorio para preconizar la vocación expansionista de lo que sería la futura nación norteamericana. En 1767 Benjamín Franklin se refirió a la necesidad de colonizar el valle del Mississippi “(...) para ser usado contra Cuba o México mismo (...)” (Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias [MINFAR], 2002, p. 8).
El 4 de julio de 1776 el pueblo norteamericano aprobó la Declaración de Independencia, que confirmaba el derecho natural de cada pueblo a decidir por si mismo su propio destino. Sin embargo, toda la política posterior de los Estados Unidos hacia el exterior ha estado dirigida a sojuzgar a otros pueblos. Ello se ha manifestado con particular intensidad en los países de América Latina.
En el año 1803 los Estados Unidos, aprovecha las guerras napoleónicas en Europa y compran a Francia el extenso y fértil territorio de Lousiana a un precio irrisorio; y poco tiempo después (1811) ocuparon la Florida, que en aquel momento pertenecía a España.
Para 1813 los norteamericanos comienzan la colonización de Texas, lo que posteriormente condujo a la artera agresión de los Estados Unidos contra México entre
1846 y 1848, en virtud de la cual este último fue despojado de más de la mitad de su territorio. Se iniciaba así una cadena interminable de agresiones de la nación norteamericana contra los pueblos latinoamericanos, que llega hasta hoy día.
En efecto, las ambiciones hegemónicas hacia América Latina han acompañado a los Estados Unidos prácticamente desde su fundación. Así, en fecha tan temprana como el año 1823, el gobierno de este país lanza la hipócrita “Doctrina Monroe”, una declaración unilateral mediante la cual se opone a toda intervención de las potencias europeas en el continente americano.
La esencia de esta doctrina se sintetiza en el precepto de América para los americanos. Léase: América para los estadounidenses, que se traduce en la actualidad como: América para los monopolios estadounidenses; y tiene como basamento ideológico el Destino Manifiesto, en virtud del cual los norteamericanos, según su filosofía, están predestinados a ser el ojo visor del mundo.
La historia posterior es bien conocida: los intentos por legitimar el Panamericanismo y el “convite” de Washington, la política de fuerza bautizada como “Gran Garrote” y la de presiones económicas, conocida como “Diplomacia del dólar”. Con el ascenso a la presidencia de Franklin Delano Roosvelt y dirigida a mejorar la imagen ante los vecinos del sur y del resto del mundo, se inaugura la política del “Buen Vecino”.
Una vez culminada la Segunda Guerra Mundial, en los círculos imperialistas se desencadena una euforia anticomunista muy virulenta que dio lugar a la “Guerra Fría”. El gobierno de los Estados Unidos marchó a la cabeza de aquella cruzada. La “Doctrina Truman”, basada de principio a fin en posiciones de fuerza y proclamando el derecho a la intervención por cualquier vía en los asuntos internos de otros países, se ponía en marcha.
En época más reciente y bajo el auspicio del presidente John F. Kennedy, es lanzada el 13 de Marzo de 1961 la mal llamada “Alianza para el Progreso”, que el comandante Ernesto Che Guevara sometiera a una crítica demoledora.
El ascenso de Ronald Reagan y posteriormente de George Bush, padre, a la presidencia de los Estados Unidos representó un viraje hacia las posiciones de la extrema derecha en la política de aquel país. La línea de estos gobiernos se sustentaría en los documentos de Santa Fe I y II, un programa cargado de prepotencia, hegemonismo, anticomunismo e injerencia en los asuntos internos de otros países; en particular los de América Latina.
Las más recientes administraciones de Estados Unidos encabezadas por George Bush, hijo, Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden han mostrado diversos matices tácticos en su política hacia los países ubicados al sur del Río Bravo, pero manteniendo inalterables sus objetivos estratégicos hegemónicos hacia esta región.
Al respecto Castro Ruz sentenciaba:
Hace hoy exactamente cinco años, advertimos que la región de América Latina y el Caribe se encontraba bajo los efectos de una fuerte y articulada contraofensiva promovida por el imperialismo y las oligarquías regionales contra los gobiernos revolucionarios y progresistas que habían llegado al poder como resultado de la resistencia y la lucha de los pueblos contra los nefastos efectos de los modelos neoliberales. (2021, p. 7)
En resumen, la historia de las relaciones de los vecinos del Norte con los países de Nuestra América está plagada de intrigas, robos de territorios, intervenciones armadas, penetración económica, política, cultural e ideológica y todo tipo de crímenes de aquel contra éstos, que se acrecentaron aceleradamente cuando la nación norteamericana se adentró en la fase imperialista de desarrollo. Martí Pérez (1889) lo sentenció como: “(…) el planteamiento desembozado de la era del predominio de los Estados Unidos sobre los pueblos de América” (Como se citó en Centro de Estudios Martianos (CEM), 2011a, p. 53).
1. José Martí frente a las pretensiones hegemónicas del imperialismo norteamericano en América Latina.
El latinoamericanismo martiano lo condujo a adoptar verticales posiciones antimperialistas. Al tiempo que se fue desarrollando en él una posición consecuente hacia la verdadera independencia de los pueblos de Nuestra América, observó y advirtió las pretensiones norteamericanas de extender su dominio por el subcontinente.
Son muy prolíferas las reflexiones del más universal de todos los cubanos sobre la voracidad del naciente imperialismo yanqui hacia América Latina, una de las más conocidas es la siguiente (1889):
Desde la cuna soñó en estos dominios el pueblo del Norte, con el “nada sería más conveniente” de Jefferson; con “los tres gobiernos destinados” de Adams; con la “visión profética” de Clay; con “la gran luz del Norte” de Webster; con “el fin es cierto, y el comercio tributario” de Summer; con el verso de Sewal, que va de boca en boca, “nuestro es el continente entero y sin límites”; con “la unificación continental” de Everett; con la “unión comercial” de Douglas; con “el resultado inevitable” de Ingalls, hasta el “istmo y el polo”; con la “necesidad de extirpar en Cuba”, de Blaine, “el foco de la fiebre amarilla(...). (Como se citó en CEM, 2011a, p. 48)
Más adelante Martí Pérez (1889) resume esta aspiración hegemónica a partir de la propia prensa estadounidense
Y el Sun dice así: Compramos a Alaska ¡sépase de una vez! para notificar al mundo que es nuestra determinación formar una unión de todo el norte del continente con las estrellas flotando desde los hielos hasta el istmo, y de océano a océano (...). (Como se citó en CEM, 2011a, p. 59)
El estudio de las realidades de los pueblos latinoamericanos y caribeños, así como de sus relaciones económicas externas con los Estados Unidos le permitió a José Martí prever lo que, en la literatura del siglo XX y del que cursa, se conocen como fenómenos consustanciales al imperialismo: el neocolonialismo y el subdesarrollo.
El Apóstol de la independencia de Cuba fue muy agudo en el análisis político del problema de la unión a que se veían convocadas las débiles repúblicas de América, alertó que (Martí Pérez, 1890): “Los países que no tienen métodos comunes, aun cuando tuviesen idénticos fines, no pueden unirse para realizar su fin común con los mismos métodos” (Como se citó en CEM, 2011a, p. 159).
Esto es una clara referencia al espíritu egoísta, conquistador, colonialista y de superioridad de los Estados Unidos, a los métodos usados para alcanzar el estatus que tenían: exterminación de la raza indígena, esclavitud negra y robo de territorios a sus vecinos.
La sistematización del análisis de las relaciones económicas externas de Latinoamérica le permitió al Héroe Nacional cubano dar un salto cualitativo en la percepción de esas relaciones: propone relaciones económicas multilaterales, es decir, relaciones distribuidas equilibradamente entre las diferentes regiones geográficas y económicas.
Esta propuesta se fundamenta en la madurez que adquiere su pensamiento, para la segunda mitad de la década de los 80 del siglo XIX, sobre de los peligros del hegemonismo económico en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y América Latina, como se aprecia en el fragmento que sigue (Martí Pérez 1890):
Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse, vende a más de uno (...) El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre países igualmente fuertes. (Como se citó en CEM, 2011a, p. 160)
Los pasajes expuestos demuestran que José Martí fue previsor respecto al fenómeno del subdesarrollo, concepto que obviamente no utilizó, pues corresponde a la literatura posterior. Sus apuntes en este sentido son una clara advertencia contra la dependencia económica -en el caso de los países de América Latina a Estados Unidos-, que está en la base misma del subdesarrollo.
En el análisis de las características de las economías latinoamericanas percibió su de formación, en particular el problema de la monoproducción como un rasgo del subdesarrollo, llegando a comprender el significado de la misma y el peligro que ello representaba frente a la pujanza del vecino del Norte, en tal sentido escribió (Martí Pérez, 1883):
Comete suicidio un pueblo el día en que fía su subsistencia a un solo fruto (...) Y en las comarcas donde se dan de preferencia al cultivo de uno, de la caña o del café, se sufre siempre más, y más frecuente, que en comarcas donde con la variedad de frutos hay un provecho, menor en ocasiones; pero derivado de varias fuentes, equilibrado y constante. (Como se citó en CEM, 2011b, p. 21)
Basándose en una profunda visión de las relaciones económicas internacionales de la época, el Maestro trazó una estrategia económica para América Latina que tenía como pilares fundamentales el desarrollo autóctono y autónomo. Comprendió que únicamente el desarrollo económico independiente podía detener el peligro de sometimiento de la región a los Estados Unidos. Esto, traducido al lenguaje actual, significa independencia económica frente al neocolonialismo, independencia económica frente al subdesarrollo, un decidido no al modelo neoliberal.
Un hito trascendental en la intensa actividad revolucionaria que desarrollaba José Martí fue su brillante desempeño como delegado de la República Oriental del Uruguay a la Conferencia Monetaria Internacional de 1891. La lucidez de su profundo pensamiento económico y político resultó decisiva para hacer abortar aquel peligroso proyecto de sujeción económica -y en consecuencia de subordinación política- que el gobierno de los Estados Unidos proponía a los países latinoamericanos.
Martí Pérez escribió mucho acerca de este episodio, evidenciando el sólido dominio que poseía sobre los asuntos económicos, en particular en materia de relaciones económicas internacionales y sus implicaciones políticas. Sus valoraciones relativas a dicha Conferencia están contenidas, entre otros, en: La Revista Ilustrada de Nueva York, el Informe ante la Comisión Monetaria Internacional Americana, fragmentos de su correspondencia con Gonzalo de Quesada y su monumental obra Nuestra América publicada en enero de 1891.
Los siguientes pasajes (Martí Pérez, 1890), son ilustrativos de lo anterior: “(...) ¿pueden los Estados Unidos convidar a Hispanoamérica a una unión sincera y útil para Hispanoamérica? ¿Conviene a Hispanoamérica la unión económica y política con los Estados Unidos?” (Como se citó en CEM, 2011a, p. 160).
En su tiempo José Martí lo advertía (1890):
A todo convite entre pueblos hay que buscarle las razones ocultas. Ningún pueblo hace nada contra su interés; de lo que se deduce que lo que un pueblo hace es lo que está en su interés. Si dos naciones no tienen intereses comunes, no pueden juntarse. Si se juntan, chocan. Los pueblos menores, que están aún en los vuelcos de la gestación, no pueden unirse sin peligro con los que buscan un remedio al exceso de productos de una población compacta y agresiva, y un desagüe a sus turbas inquietas, en la unión con los pueblos menores. Como se citó en CEM, 2011a, p. 158)
Como en la época de Martí es procedente la interrogante: ¿puede América Latina ir a una unión “sincera y útil” con la más grande potencia que ha conocido la humanidad en su historia?
El panorama latinoamericano no es nada halagüeño. América Latina es una región donde se evidencia con toda nitidez el fracaso económico y el desastre social del neoliberalismo. Es inevitable reconocer que el desempeño de la economía latinoamericana es muy volátil e inestable, lo que se aprecia en el magro comportamiento de sus principales indicadores económicos, lo que se ha agravado por el impacto de la pandemia de la Covid-19 y más recientemente por los efectos del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.
Al respecto la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha reconocido en su informe más reciente que este inestable escenario geopolítico y económico mundial ha llevado a una desaceleración del crecimiento económico y a una lenta generación de empleo, sobre todo de empleos de calidad, junto con fuertes presiones inflacionarias.
Informa dicha Comisión que tras la expansión del 6,5% del PIB en la región en 2021, para 2022 la estimación de crecimiento es del 3,2% del PIB y se proyecta que en 2023 alcance solo el 1,4%. De manera que este contexto puede llevar a la región a un nuevo retroceso en su desarrollo social y a un escenario de inestabilidad en los planos social, económico y político (CEPAL, 2022, p. 13).
El informe de la institución de las Naciones Unidas para la región latinoamericana y caribeña expone datos acerca de la deplorable situación social: en 2021 el hambre afectaba a 56,5 millones de personas (49,4 millones en América Latina y 7,2 millones en el Caribe), en 2020, el 21% de la población de América Latina (117,3 millones de personas) y más del 50% de la población del Caribe (13,9 millones de personas) no podía costear una dieta saludable. Sus estimaciones indican que en 2022 la pobreza afectará al 45,4 % de la población menor de 18 años, 13,3 % por encima del promedio de la población total; mientras que la pobreza extrema afectará al 18,5% de ese segmento poblacional (CEPAL, 2022, p. 13).
La propia institución ha sostenido que, si se comparan diferentes indicadores sanitarios, económicos, sociales y de desigualdad, América Latina y el Caribe es la región más golpeada del mundo emergente. Reconoce que sus debilidades y brechas estructurales, limitado espacio fiscal, escasa cobertura y acceso a la protección social, elevada informalidad laboral y la baja productividad, son elementos claves para entender el alcance de los efectos de la pandemia en las economías del subcontinente. (CEPAL, 2020, p. 13)
El ambiente social de la región está permeado por la inseguridad y la inestabilidad, el incremento de las actividades delictivas y la violencia, la impunidad, la corrupción y otros males. Los estallidos sociales que se producen en diferentes países son una prueba fehaciente de ello.
Pero el apostol cubano aporta más (Martí Pérez, 1890): “Si a un caballo hambriento se le abre la llanura, la llanura pastosa y fragante, el caballo se echará sobre el pasto, y se
hundirá en el pasto hasta la cruz, y morderá furioso a quien le estorbe” (Como se citó en CEM, 2011a, p. 159)
América Latina se ha convertido en un importante escenario de la lucha geopolítica actual entre Estados Unidos, China y Rusia. El gobierno norteamericano está empleando todo su arsenal para que las corporaciones transnacionales de aquel país devoren con mayor apetito y tranquilidad las riquezas naturales de esta región.
Latinoamérica es una zona muy rica en materias primas, recursos hídricos y biodiversidad. Téngase presente que Venezuela y México se incluyen entre los principales productores de petróleo del mundo y que el litio boliviano está siendo muy codiciado por los países altamente desarrollados. Por estas tierras corren los ríos Amazonas, Orinoco, Magdalena y El Dorado, entre otros.
2.1 El libre comercio como mecanismo de dominación imperialista.
Los medios académicos, políticos y empresariales de una buena parte del mundo están permeados por los fuertes aires de liberalización comercial. Sus representantes no han escatimado esfuerzos en la búsqueda de argumentos sobre las supuestas bondades del libre comercio.
Se apela constantemente a la teoría de Adam Smith, según la cual cada país debía especializarse en la producción y exportación de aquellas mercancías para las que poseía ventajas absolutas. Al propio tiempo son retomados vetustos planteos del afamado economista y catedrático británico David Ricardo, en particular su defensa de la especialización internacional y la libre competencia.
En la actualidad entre los defensores del libre mercado y en consecuencia del libre comercio internacional se encuentra una extensa relación de afamados académicos, entre los que se incluyen: Robert Lucas de la Universidad de Chicago, Thomas Sargent de la Universidad de Stanford y Friedrich Hayek, profesor austriaco, Premio Nóbel de Economía que se hizo particularmente célebre por su libro “El camino a la servidumbre”.
Hay que destacar de manera particular a los representantes de la Escuela de Chicago: Frank Knight, Henry Simons y Milton Friedman. Este último representa la principal figura de esta Escuela, Premio Nobel de Economía 1976 y fundador de la teoría monetarista, según la cual las fuerzas del libre mercado son más eficientes que la intervención pública a la hora de fomentar un crecimiento estable sin tensiones inflacionarias.
Una mención especial requiere igualmente el profesor Paul Anthony Samuelson, Premio Nobel de Economía 1970 y autor de uno de los libros más vendidos y traducidos del mundo: Economía: Un análisis introductorio.
En síntesis, los defensores a ultranza del libre comercio en la actualidad asumen los postulados básicos del liberalismo económico: el Estado no debe intervenir en la vida económica, el mercado es el mecanismo por excelencia para distribuir y redistribuir los recursos y acceder al desarrollo. Proponen un paquete de medidas para enfrentar los desajustes macroeconómicos: privatización de empresas, reducción de impuestos sobre la ganancia, reducción de los gastos en la esfera social; apertura al capital extranjero, entre otras.
La realidad es muy diferente. En las transacciones económicas la igualdad entre desiguales no es igualdad, por el contrario profundiza la desigualdad. Cuanta vigencia tienen estas palabras del Maestro (Martí Pérez, 1890): “Dos cóndores, o dos corderos, se unen, sin tanto peligro como un cóndor y un cordero.” (Como se citó en CEM, 2011a, p. 159)
Todos conocen perfectamente quién hace las veces de cóndor y quién las de cordero en el continente americano: de un lado la economía norteamericana, la más grande del mundo; y del otro la débil economía latinoamericana.
A pesar de que el proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) fue derrotado, en el arsenal de mecanismos de dominación del imperialismo, descuellan los tratados de libre comercio. En su tiempo José Martí puso al desnudo las ambiciones hegemónicas de Estados Unidos en su tratado comercial con México, denunciando la falta de reciprocidad, así como los riesgos políticos que implicaba (Martí Pérez, 1883): “No ha habido en estos últimos años (...) acontecimiento de gravedad mayor para los pueblos de nuestra América Latina que el tratado comercial que se proyecta entre los Estados Unidos y México” (Como se citó en CEM, 2011a, p. 17).
De proverbiales pueden ser calificadas las siguientes palabras del Maestro (Martí Pérez, 1889):
Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menor poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo (...). (Como se citó en CEM, 2011a, p. 46)
Uno de los principales artífices del “convite” era James G. Blaine, un furibundo imperialista, Secretario de Estado de los Estados Unidos y quien le dedicara una gran atención a estos planes, toda vez que era candidato a las elecciones presidenciales en aquel país. De dicho canditato Martí cita las palabras que siguen (Martí Pérez, 1890):
¿Qué proyecto es ese que da entrada libre al azúcar, y nos deja sin condición que imponer a los pueblos latinos azucareros, para que por el azúcar a que nosotros demos entrada, nos la den a nuestras manufacturas y a nuestras harinas? ¡Harto les hemos dado ya, sin que nos den, y basta de concesiones unilaterales (...). (Como se citó en CEM, 2011a, pp. 114-115)
Y continúa citando de Blaine su respuesta a una carta (Martí Pérez, 1890):
¡Oh, no! A lo que me opongo es a que se me quite el instrumento con que puedo obligar a los pueblos latinos a entrar en tratados de reciprocidad. ¡Me parece que es tiempo ya para asegurar ventajas recíprocas! – Y en la misma tarde, opina Blaine ante la comisión secreta de los senadores: -¿A cuándo se espera para que los Estados Unidos sean lo que deben ser? Si nos quedamos sin instrumentos, ¿de qué instrumentos nos valemos luego?. (Como se citó en CEM, 2011a, p. 115)
De muy certera y profunda puede ser calificada la siguiente reflexión del Héroe Nacional cubano (1889), para desenmascarar el doble rasero de los planteos de Blaine:
Ni fuera para alarmar la propuesta de la unión aduanera, que permitiría la entrada libre de lo de cada país en todos los de la unión; porque con enunciarla se viene abajo, pues valdría tanto como ponerse a modelar de nuevo y a prisa quince pueblos para buscar acomodo a los sobrantes de un amigo a quien le ha entrado con apremio la necesidad, y quiere que en beneficio de él los vecinos se priven de todo o de casi todo (...). En 1883, mientras iba la comisión convidando al congreso internacional ¿no se cerraron las puertas, para contentar a los criadores nativos, a las lanas sudamericanas? ¿No quiere el senado aumentar hoy mismo, cara a cara del congreso internacional, el gravamen de la lana de alfombras de los pueblos a quienes se invita a recibir sin derechos y a consumir de preferencia los productos de un país que le excluye los suyos? (...). (Como se citó en CEM, 2011a, pp. 56-57)
En la actualidad para la promoción de tratados de libre comercio con los países de América Latina, los círculos de poder de Estados Unidos cuentan con el apoyo de determinados grupos latinoamericanos, particularmente del empresariado exportador, cuyos intereses se han ensamblado desde hace mucho tiempo con el capital internacional, especialmente con los grandes capitales norteamericanos.
Al tiempo que se politizan, las actitudes hacia este tipo de tratados están claramente perfiladas, delineándose dos posiciones fundamentales: de un lado, la que representa los intereses de las corporaciones transnacionales norteamericanas, con la complicidad de una parte de las elites gubernamentales latinoamericanas; y de otro, la que defiende las legítimas aspiraciones de los pueblos de la región.
En época de José Martí como ahora, estos proyectos tienen una dimensión geopolítica, que se corresponde con los intereses de dominio de los Estados Unidos hacia la región y están dirigidos a extender, profundizar y legitimar la hegemonía imperialista sobre América Latina al suponer su inserción periférica y deformada con el poderoso vecino del Norte.
2.2. El antimperialismo y la necesidad de la unidad latinoamericana frente a las aspiraciones de dominio de Estados Unidos.
Muy categórica es la siguiente aseveración del Apóstol de la independencia de Cuba (Martí Pérez, 1890): “Quien dice unión económica, dice unión política” (Como se citó en CEM, 2011a, p. 158).
Ciertamente, la historia ha demostrado de manera fehaciente que la visión panamericanista de la integración es, por naturaleza de carácter imperial y opuesta al ideal bolivariano y martiano de la unidad latinoamericana, correspondiéndose por entero con los intereses de dominio de los Estados Unidos hacia la región.
La lucha contra esa hegemonía pasa por la toma de conciencia acerca de los enormes peligros que ello representa, lo que requiere ante todo de su conocimiento y juicio crítico. Todas las acciones encaminadas a revelar su verdadera naturaleza se inscriben en una posición de resistencia y ello es un momento necesario en la construcción de alternativas.
Cuánta vigencia tienen estas palabras del Maestro (1889):
Son algunos los vendidos y muchos los venales, pero de un bufido del honor puede echarse atrás a los que, por hábitos de rebaño, o el apetito de las lentejas, se salen de las filas en cuanto oyen el látigo que los convoca, o ven el plato puesto. (Como se citó en CEM, 2011a, p. 122)
Sobre este particular sostuvo Martí Pérez (1890):
Pero el Congreso Panamericano, que pudo ver lo que no siempre vio; que debió librar a las repúblicas de América de compromisos futuros de que no las libró; que debió estudiar las propuestas de la convocatoria por sus antecedentes políticos y locales... el Congreso Panamericano, que demoró lo que no quiso resolver, por un espíritu imprudente de concesión innecesaria, o no pudo resolver, por empeños sinuosos o escasez de tiempo (...). (Como se citó en CEM, 2011a, p. 162)
Un importante componente de la política de los Estados Unidos hacia América Latina lo constituye la pérfida divisa de divide y vencerás, heredera de la política de conquista que sucedió al descubrimiento del nuevo mundo y que el Apóstol de la independencia de Cuba esboza magistralmente al decir (1889):
Por entre las divisiones y celos de la gente india adelanta en América el conquistador; por entre aztecas y tlaxcaltecas llega Cortés a la canoa de Cuauhtémoc; por entre quichés y zutujiles vence Alvarado en Guatemala; por entre tunjas y bogotáes adelanta Quesada en Colombia; por entre los de Atahualpa y los de Huáscar pasa Pizarro en el Perú: en el pecho del último indio valeroso clavan, a la luz de los templos incendiados, el estandarte rojo del Santo Oficio (Como se citó en CEM, 2011a, p. 136)
Resulta indignante como las elites oligárquicas latinoamericanas le dan la espalda a su propio pueblo y se alían al gobierno de los Estados Unidos en sus miserables propósitos hacia la región.
En su tiempo el Héroe Nacional cubano alertó sobre las mezquindades de la política norteamericana hacia Nuestra América (1891):
El oficio del continente americano no es perturbar el mundo con factores nuevos de rivalidad y de discordia, ni restablecer con otros métodos y nombres el sistema imperial por donde se corrompen y mueren las repúblicas. El oficio del continente americano no es levantar un mundo contra otro; ni amasar con precipitación elementos diversos para un conflicto innecesario e injusto (...). (Como se citó en CEM, 2011a, p.150)
América Latina no sólo está en condiciones de rechazar proyectos de dominación de carácter imperial, sino que tiene posibilidades reales de estructurar un modelo de desarrollo alternativo que se sustente en el progreso y el bienestar de los seres humanos, la justicia social y la equidad. Tal y como lo vislumbró José Martí en Madre América (1889):
¿Qué sucede de pronto, que el mundo se para a oír, a maravillarse, a venerar? ¡De debajo de la capucha de Torquemada sale, ensangrentado y acero en mano, el continente redimido! Libres se declaran los pueblos todos de América a la vez (...) ¡A caballo, la América entera!. (Como se citó en CEM, 2011a, p. 137-138)
CONCLUSIONES
El análisis de las profundas transformaciones que tenían lugar en la nación norteamericana al adentrarse aquella en la fase imperialista de desarrollo y de las deformaciones estructurales y otros males de las repúblicas de Hispanoamérica heredados de la época colonial, le permitieron a José Martí denunciar las pretensiones de dominación de Estados Unidos sobre el continente y el peligro que ello representaba para sus pueblos, amenazados de ser víctimas de un proceso de recolonización por parte del poderoso vecino del Norte.
El más universal de todos los cubanos no se limitó únicamente a advertir el peligro, sino que formuló un conjunto de tesis para impedir la hegemonía continental norteamericana, entre las que sobresalen: la necesidad de un proyecto de desarrollo económico autóctono y autónomo, la defensa de la identidad latinoamericana, la unidad regional frente a la integración periférica, deformada y dependiente con los Estados Unidos y el equilibrio en las relaciones económicas hemisféricas y mundiales.
En los momentos actuales, cuando se agudizan las contradicciones interimperialistas y la lucha geopolítica, el enfrentamiento a las pretensiones hegemónicas del imperialismo norteamericano sobre América Latina requiere de referentes teóricos rigurosos, donde ocupa un lugar central el rico pensamiento independentista, latinoamericanista y antimperialista de José Martí.
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Conflicto de intereses: Los autores declaran no tener conflictos de intereses. |
Contribución de los autores: L. E. E. V.: Idea del artículo, redacción, revisión. J. L.A. S: Idea del artículo, búsqueda y recopilación de la información, D. M. Q. M.: Búsqueda y recopilación de la información, redacción, revisión. |
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