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RESEÑA

 

CÓMO LEER UN POEMA, DE TERRY EAGLETON

HOW TO READ A POEM, BYTERRY EAGLETON

Por: Ramón Luis Herrera Rojas
Doctor en Ciencias Filológicas. 
Profesor Titular. Universidad de Sancti Spíritus “José Martí Pérez”


E

l libro Cómo leer un poema (How to Read a Poem), del teórico y crítico inglés Terry Eagleton, tuvo su edición príncipe en 2007 y vio la luz en traducción española de Mario Jurado, por Ediciones Akal, de Madrid, en 2007. En los medios académicos de Cuba ha circulado bastante en versión digital.

Terry Eagleton (Lancashire, 1943), es uno de los más reconocidos teóricos literarios de la contemporaneidad. Su volumen Una

 

Introducción  a la teoría literaria, de 1983, —hay edición cubana de 2012— lo dio a conocer mundialmente y devino un referente bibliográfico de primer orden en programas universitarios de todos los continentes. Intelectual de cosmovisión marxista, brilla no solo por la profundidad y coherencia de su pensamiento, sino también por el ingenio, el inusual sentido del humor y la afilada ironía de su estilo, muy interesante valor agregado de sus polémicos textos.

Cómo leer un poema desde el título anuncia su propósito: ofrecer ciertas orientaciones y pistas para una lectura fructífera de la poesía, no para el análisis y comentario de perfil escolar, que son quehaceres de otra índole.

En el capítulo 1 “Las funciones de la crítica” el autor argumenta la necesidad de la teoría como fundamento de la crítica y desarrolla con solidez y claridad la relación de la lectura de textos líricos con la gran tradición retórica y hermenéutica forjada desde la antigüedad, vínculo extendido hasta el presente mediante las diversas escuelas posestructuralistas. El apelar a frecuentes ejemplos de poesía en lengua inglesa, en transcripciones bilingües, desde el comienzo mismo de su exposición, constituye un vigoroso estímulo a la lectura.

En un fragmento como el siguiente puede notarse el énfasis que pone Eagleton en la teoría y en una lectura que trascienda el craso contenidismo dominante en la actual enseñanza de la literatura:

[…] la idea de que los teóricos de la literatura acabaron con la poesía porque, con sus marchitos corazones y sus hipertrofiados cerebros, en realidad son incapaces de detectar una metáfora, por no hablar de una emoción sincera, es uno de los más obtusos tópicos de la crítica de nuestra época. En realidad, la mayoría de los teóricos de relevancia llevan a cabo escrupulosos actos de lectura atenta. Los formalistas rusos al ocuparse de Gogol o Pushkin, Bajtín al tratar a Rabelais, Adorno a Brecht, Walter Benjamin a Baudelaire, Derrida a Rousseau, Genette o De Man a Proust, Hartmant a Wordsworth, Jameson a Conrad, Barthes a Balzac, Iser a  Henry Fielding, Cixous a Joyce, Hillis Miller a James son solo algunos ejemplos.

   Algunos de los mencionados no son solo eminentes críticos, sino también artistas literarios por derecho propio. Producen literatura en el mismo acto con que la comentan. Michel Foucault es otro de esos destacados estilistas. […] No se trata de que los estudiantes de literatura de hoy no lean poemas y novelas con suficiente atención. […] Los teóricos mencionados no solo son maestros de la lectura atenta sino que también están atentos a la forma literaria. Y en esto es en lo que difieren de la mayoría de los estudiantes actuales. (2010, pp. 9-10)

El capítulo 2 “¿Qué es la poesía?”, arranca con una definición sorprendente: “Un poema es una declaración moral, verbalmente inventiva y ficcional en la que es el autor, y no el impresor o el procesador de textos, quien decide dónde terminan los versos. Esta definición tan anodina, antipoética hasta el extremo, podría ser la mejor que podemos lograr […]” (Eagleton, 2010, p. 35).

Como enseguida confiesa el autor la mención de la moral torna muy problemática esta definición, por lo que se apresura a aclarar: “Los poemas son declaraciones morales, entonces, no porque emitan juicios severos según un determinado código, sino porque tratan de valores humanos, de significados y propósitos […]” (p. 39).

A lo largo de este capítulo se despliega una explicación muy bien hilvanada acerca de cada uno de los elementos del concepto enunciado. Casi al final afirma Eagleton:

La poesía usa el lenguaje de formas sorprendentes u originales; pero no lo hace todo el tiempo, y, en todo caso, eso no es exactamente lo mismo que una constante atención sobre el significante. Esto se pasa por alto en las teorías literarias para las que la palabra “poético” significa meramente “verbalmente autoconsciente”. Así que “verbalmente inventivo”, aunque sea un término vago, tendrá que servirnos. La palabra “inventivo” es aquí factual más que evaluativa: no quiere decir que un poema sea siempre exitosamente inventivo, pues esto eliminaría la posibilidad de que se dé mala poesía. (p. 62)

El capítulo 3 “Formalistas”, se dedica a la explicación y análisis de las teorías del formalismo ruso, con la literariedad como centro, y de la semiótica cultural y estructuralista de Yuri Lotman, muy pertinentes en su discurso valorizador de la forma. Varios ejemplos, con sus respectivos comentarios, actúan como apoyatura de las ideas. La referencia, en el caso de Lotman, a Estructura del texto artístico, es directa, y en tal sentido, el lector tiende a pensar en la necesidad de una lectura a fondo de ese denso y monumental libro, ya clásico, del líder de la Escuela de Tartu.

El capítulo 4 “En busca de la forma”, es una indagación en la naturaleza de las relaciones entre esa categoría y la de contenido, de tan problemático carácter.  Afirma el teórico inglés:

Si en cierta manera es verdad que forma y contenido son inseparables, también es falso en otra. […] La forma y el contenido pueden parecernos inseparables en nuestra experiencia; pero el mero hecho de que usemos dos términos diferentes para ellos ya indica que no son idénticos. Las formas literarias tienen su propia historia; no son sumisas expresiones del contenido. (p. 81)

Esta parte del libro resulta especialmente enjundiosa, tanto por sus reflexiones teóricas acerca del contenido y la forma, como por sus lúcidos comentarios a los múltiples poemas que incluye. Al final precisa Eagleton: “Parte del propósito de este ejercicio ha sido impugnar la simpleza de que ambos forman siempre un todo armonioso”. (p. 125)

El capítulo 5 “Cómo leer un poema”, es el más cercano a lo metodológico, pero el autor nunca propone un método ni una familia de métodos específicos. Su visión en este ámbito es integradora y parte de un propósito de equilibrio entre subjetividad y objetividad. Su propuesta de un conjunto de categorías como tono, modo, intensidad, cadencia y textura, marcadamente subjetivas, ganan en precisión mediante los análisis de textos, que, de paso, nos permiten disfrutar de la obra de poetas, salvo excepciones, poco difundidos en Cuba. Junto a ellas, otras más usuales como sintaxis, puntuación, rima y ambigüedad demuestran su productiva contribución a la lectura, en manos de un crítico culto, penetrante e iluminador como lo es Eagleton.

El capítulo 6 “Cuatro poemas de la naturaleza”, es, como dice el autor, una oportunidad “[…] para ampliar la práctica en el análisis crítico detallado” (p. 177). Los poemas seleccionados son “Ode to Evening” (“Oda al atardecer”), de William Collins; “The Solitary Reaper” (“La segadora solitaria”), de William Wordsworth; “God’s Grandeur” (“La grandiosidad de Dios”), de Gerard Manley Hopkins y “Fifty Faggots” (“Cincuenta haces de leña”), de Edward Thomas. El resultado de este capítulo final es un conjunto de lecturas de poesía signado por la diversidad, flexibilidad y riqueza de los acercamientos, de raíz dialéctica, en los que la forma es tratada con una esclarecedora sutileza, en relación con la historia, la filosofía, la política y la ideología.

Véanse, a ese respecto, las siguientes consideraciones, acerca de Edward Thomas:

[…] La nudosa, agitada sintaxis de estos poemas, con sus modificaciones cualitativas intrincadas como matorrales, refleja la sensación moderna de la extrema inaccesibilidad de la verdad, ya que los esquemas temporales se difuminan, la identidad vacila y la experiencia se fragmenta hasta el punto que la más simple exactitud se convierte en un esfuerzo agotador. No es difícil reconocer en esta crisis del conocimiento el profundo cataclismo que supuso la guerra en la que Thomas participó y murió, un trauma que llevó a muchos de los que lo sufrieron a poner en cuestión las bases mismas de la civilización occidental.  […] (p. 2001)

Termina el libro con una declaración muy reveladora de su objetivo central: “[…] Escribir la historia de las formas poéticas es una manera de escribir la historia de las culturas políticas. Pero para poder hacer tal cosa, debemos primero reconocerles a esas formas su realidad material; y eso es lo que este libro ha intentado”. (p. 202)

Como se habrá percibido, Terry Eagleton no propone algoritmos de análisis ni ningún otro artefacto escolar semejante. Como lector experto y talentoso de poesía, se basa en un sólido cimiento teórico, de matriz marxista, que conjuga con una formidable libertad de interpretación, de notoria agudeza. Su entendimiento de la forma toma en cuenta la materialidad de los significantes, pero no se enclaustra en ellos, sino que se expande hacia un jugoso caudal de interacciones sociohistóricas.

Cuando prolifera una crítica de pobre calado teórico y arbitrario impresionismo, que tiende a prodigar elogios sin ton ni son, este iconoclasta crítico inglés convoca a leer los textos con intensa atención a la palabra, movilizando conocimientos de fonética, de versología, de gramática, de retórica o de estilística, en perennes vasos comunicantes con la complejidad de la sociedad y la cultura, históricamente consideradas. Como poderoso goce humanizante, emancipador de la conciencia, que compromete hasta la entraña la sensibilidad y el intelecto, como si en esa lectura le fuera a uno la vida.


 

Referencias bibliográficas

Eagleton, Terry. (2010). Cómo leer un poema. (Traducción de Mario Jurado). Madrid: Akal.

________________. (2012). Una introducción a la teoría literaria. (Traducción de José Esteban Calderón). La Habana: Arte y Literatura. (Edición príncipe: 1983).

Lotman, Yuri M. (2011). Estructura del texto artístico. (Traducción de Victoriano Imbert). Madrid: Akal. (Edición príncipe: 1970).


 

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