Descripción: Descripción: Pedagogía y Sociedad

RESEÑA

Fecha de presentación: 4-05-2021 Fecha de aceptación: 15-6-2021 Fecha de publicación: 9-11-2021

 

LA CRUCIFIXIÓN DE SERGIO

THE CRUCIFIXION OF SERGIO

 

Por Elena Nazco

Estudiante de Letras en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas

 

 

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¿Cómo citar este artículo?

Nazco, E. (noviembre-febrero, 2022). La crucifixión de Sergio. Pedagogía y Sociedad, 24 (62), 23-25.  Recuperado de http://revistas.uniss.edu.cu/index.php/pedagogia-y-sociedad/article/view/1369

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L

a labor del crítico es siempre sucia; colocamos la obra en una cruz, le estiramos las manos y las piernas, le perforamos el costado y si se posee el verdadero espíritu de la crítica no faltará entonces un dedo explorador de la herida y un probar la sangre dulce. Es esta tarea insana la que nos coloca a la vista de todos y nos permite emitir nuestro criterio.

De manera que una lectura de La canción del crucificado –uno de los recientes poemarios de Sergio García Zamora– es también una disección,  un juicio, un ejercicio de tortura literaria.

Cinco «canciones» de un Cristo doliente sirven de columna vertebral al cuaderno y encierran una serie de poemas en verso libre y en prosa, que devienen pequeños himnos a las crucifixiones y sacrificios cotidianos del intelectual cubano.

Los temas recurrentes, como en otras obras de Sergio, son la muerte, la obstinación, lo simple y lo artísticamente no elitista. En «La nariz», donde el poema es tratado como un cuerpo golpeado, el sujeto poético se compadece de su desdicha en un tono melodramático. Eso conduce a que en imágenes pulidas con esmero –como las de este texto–, a veces se encuentre la cicatriz de algún verso que desentona.

Este destino fatal toma dimensiones existenciales en poemas como «El ensayo», donde se reclama a una «voluntad mayor» la continua destrucción de porciones de mundo –«tsunamis, terremotos, guerras y epidemias»– que anuncian el Juicio Final. El fundamento de la «voz que clama en el desierto» sigue siendo la inconformidad. 

A todo esto, Sergio aprovecha para formular una tras otra sus artes poéticas: la poesía es «la leche que ponemos a hervir» y que se derrama; los poemas pueden ser «los mejores amigos del hombre» en la misma medida que los perros lo son de los poetas; las palabras le confiesan sus nombres y sus apellidos; la lectura «es coito» puesto que los libros se aparean. (Quizás estas ideas, transgresoras como un molesto mesías que solo quiere «¡cantar, cantar y cantar!», le hayan valido al sujeto poético su crucifixión.)

Sin embargo, es singular la concepción del poeta como el nuevo Cristo, sometido a sacrificios que se presentan como crucifixiones diarias y que encuentran su única redención en la poesía.

Los textos de Sergio son metapoéticos y muy referenciales, no solo con los mitos y clásicos griegos, blancos constantes de sus poemas, sino también con las Sagradas Escrituras, tanto para la total desacralización de los pasajes bíblicos como para aplicar leas abstractas imágenes cristianas a los sentidos más prácticos de la vida. Ante la aceptación de este elemento lúdico e irónico que ha desarrollado el público frente al arte literario, es justo y necesario notar la poca seriedad, incluso para el juego, de nuestros nuevos artistas, que en busca de un falso ambiente bohemio, no logran percibir la necesidad de la literatura de dejar de ser tan fríamente referencial y empezar a cargar, no solo con los nombres, sino también con la historia de la majestuosa tradición poética que la precede.

Estas marcas temáticas y la búsqueda desesperada de la originalidad, recuerdan a las vanguardias artísticas del siglo XX, que en su momento condujeron a dadaístas, surrealistas, cubistas y otras tendencias a crear un verdadero arte de vanguardia, pero que en nuestra época, fuera de mostrarnos algo diferente, convierten a los artistas en padres de una obra que se ha ido empobreciendo horrorosamente, que no se salva de ser anacrónica y repetitivas de aquel gesto original de ruptura.

Sin embargo Sergio vino, como Cristo, a intentar cargar con las penas de nuestros poetas pecadores, a protestar contra el hastío, a burlarse de los que nos oprimen y a recuperar los recuerdos que cada día parecen más gastados. Su libro es ante todo el canto a la vida y a la muerte: a la vida que no nos dejan vivir y a la muerte que se nos hace poesía en las manos.

 

Referencias

García Zamora, Sergio. (2018). La canción del crucificado. España: Sonámbulos Ediciones.


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