Recibido: 10/11/2021, Aceptado: 16/3/2022, Publicado: 13/7/2022
Revisión bibliográfica
La
importancia de la ética y los derechos humanos en la educación
The importance of
ethics and human rights in education
Haydee
Maricela Mora Amezcua 1
E-mail: haydee.mora@uaq.edu.mx , hamamora@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-4326-751X
1Universidad Autónoma de Querétaro, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
México
____________________________________________________________
¿Cómo citar este artículo? (APA,
Séptima edición)
Mora
Amezcua, H. M. (julio-octubre, 2022). La importancia de la ética y los derechos humanos en la educación. Pedagogía y Sociedad, 25 (64), 40-64..
http://revistas.uniss.edu.cu/index.php/pedagogia-y-sociedad/article/view/1510
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RESUMEN
La educación es una herramienta que puede ser
efectiva para que la sociedad tenga acceso a conocimientos relevantes en su
formación como ciudadanos. En este artículo se trata la importancia que la
educación en Ética y Derechos Humanos tienen hacia la sociedad; los seres
humanos necesitan de una formación social que permita conocer los mecanismos para
ejercer los derechos, obligaciones y lograr la empatía y responsabilidad que
toda persona que vive en comunidad requiere para una convivencia de respeto y
tolerancia.
Palabras clave: derechos humanos; educación para los derechos humanos; ética; tolerancia
ABSTRACT
Education is a tool that
can be effective for society to have access to knowledge that may be relevant
in the training as citizens. The importance of Ethics and Human Rights education
for society is dealt with in this article. A social training is required for
human beings to know the mechanisms to exercise our rights, obligations and show
the empathy and responsibility which are essential to coexist with respect and
tolerance in a community.
Keywords: Education; ethics; human
rights; respect; society; tolerance
Introducción
A lo largo de la historia en países latinoamericanos, se puede apreciar
racismo y segregación por parte de la sociedad hacia diversos grupos
vulnerables; así también se ha presentado un incremento en la violencia que se
percibe día a día. Para hacer frente a esta problemática es necesario tomar
como apoyo a la ética, una ética educativa. Esta ética deberá estar enfocada en
los derechos humanos, lo cual será el factor más poderoso para llevar a cabo un
cambio cultural y para que se dé un progreso social que permita el desarrollo
integral de la persona y la toma de conciencia sobre los problemas sociales que
lo rodean, facilitando así, encontrar las soluciones más adecuadas a estos
problemas.
La educación se debe orientar hacia el desarrollo
de la personalidad humana y de su dignidad, que fortalezca el respeto por los
derechos humanos, el pluralismo ideológico, las libertades fundamentales, la
justicia y la paz; se requiere capacitar a los estudiantes para que participen
en una sociedad democrática y plural, que favorezca la tolerancia y una buena
relación entre todos los grupos raciales, étnicos y religiosos, donde se promuevan actividades a favor
del mantenimiento de la paz y la tranquilidad de la sociedad.
La educación y los derechos humanos están
íntimamente relacionados y son necesarios para el desarrollo de la vida
personal y social de los individuos, por lo que sería imposible que los
derechos humanos se respeten si las personas no son educadas para su respeto y
defensa y no se llegará a alcanzar una verdadera educación si no se les
garantizaran sus derechos incluyendo el derecho a la educación y una educación
enfocada en los derechos humanos. Esta reacción la encontramos en la
Declaración Universal de Derechos Humanos y, desde entonces, se reconoce
siempre la necesidad de considerarlos de forma conjunta (Bellver, 2019).
La implementación del estudio de los derechos humanos en la educación,
constituye un elemento básico de la ética de la sociedad. Se requiere una nueva
cultura, una cultura ética preventiva. Esta conducta permite a los individuos
comportarse de manera que no dañen a las personas que estén a su alrededor, la
filosofía de los derechos humanos es esencialmente ética, porque reconoce el
desarrollo de la solidaridad. Sin solidaridad no puede edificarse la
convivencia entre las personas.
Educar en derechos humanos implica implementar la autoconciencia de la
humanidad con respecto a valores y principios morales básicos como son la
dignidad humana, respeto a los demás, tolerancia y autocrítica. Se debe educar con una visión de respeto. Sin
derechos humanos no hay ciudadanía y sin ciudadanía no hay democracia.
Esta educación se basará en una pedagogía de
la responsabilidad y de la participación que combina la información, la
formación y la acción. Se centra en la condición y dignidad humana y constituye
un proceso global en el que intervienen todos los agentes sociales como la
familia, las instituciones educativas, los medios de comunicación, entre otras.
La educación en derechos humanos que se debe implementar y de la cual
depende que se tenga viabilidad como nación, es la formación integral que se
basa en los principios y valores de la dignidad humana, de la justicia y la libertad, incluyendo a la solidaridad, el
amor al prójimo y la honradez.
La cultura de los derechos humanos será la base sobre la que construyan
los mexicanos y todos los países latinoamericanos un mejor país. este trabajo
se propone como objetivo dar a conocer la importancia que el estudio de la
ética y los derechos humanos en la educación tienen en la sociedad, para poder
lograr una mejor convivencia, donde se pueda revertir y combatir problemas
sociales estructurales como la discriminación, violencia, machismo y racismo.
Desarrollo
¿Qué se entiende por ética y educación en
derechos humanos?
La ética como parte de la Filosofía que se
dedica a la reflexión sobre la moral es un tipo de saber que intenta
construirse racionalmente, utilizando para ello el rigor conceptual y los
métodos de análisis y explicación propios de esta ciencia. La ética del
discurso, nacida en 1970, propone encarnar en la sociedad los valores de libertad
justicia y solidaridad a través del diálogo, como único procedimiento capaz de
respetar la individualidad de las personas y su dimensión solidaria, pues en un
diálogo se cuenta con personas, pero también con la relación que entre ellas
existe. El diálogo permite poner en cuestión las normas vigentes en una
sociedad y distinguir cuáles son moralmente válidas. La ética del discurso
ordena su tarea en dos puntos, una
dedicada a la fundamentación y otra a la aplicación del mismo en la vida
cotidiana (Cortina y Martínez 2001). Esta ética del discurso es la que
permitirá poner en dialogo los fundamentos éticos que se deben enseñar en la
sociedad.
Entre los quehaceres de la ética se
pueden encontrar la aplicación
de sus descubrimientos a los distintos ámbitos de la vida social, como son la
política, la economía, la empresa, el periodismo, la medicina y a título
personal agregaría a la educación. La ética no puede actuar en solitario sino
que tiene que hacerlo cooperativamente con los expertos de cada campo (Cortina y
Martínez 2001).
Será necesario que las diferentes disciplinas
actúen de forma colaborativa para lograr objetivos éticos de forma coordinada, se
hablará entonces de la
transversalidad en la educación y la implicación que la ética tiene en ella. La
transversalidad en la educación se presenta como un instrumento para enriquecer
la formación educativa conectando los distintos saberes de una manera coherente
y significativa, y vincula además a la escuela con la realidad cotidiana. La
transversalidad es hacer posible la integración de los diversos saberes para el
desarrollo de competencias para la vida, esto implica darle un nuevo sentido a
la práctica pedagógica hacia la construcción de un conocimiento capaz de
responder a la transformación de los contextos locales, regionales y nacionales
(Jáuregui, 2018). Al unir
de forma transversal las diferentes disciplinas con el fin de responder a las
problemáticas que presentan la sociedad, se podrá trabajar en la resolución
pacífica mediante instrumentos éticos.
Cortina y Martínez (2001) explican que una de las razones del
nacimiento de la ética aplicada fue, al darse cuenta de que la ética individual
es insuficiente, porque la buena voluntad personal podría, en algunos casos,
tener malas consecuencias para la colectividad. Así también para la estructura
moral de una actividad social se deben atender cinco puntos: 1) las metas sociales por las que cobra su
sentido; 2) los mecanismos adecuados para alcanzarlas en una sociedad moderna;
3) el marco jurídico-político correspondiente a la sociedad en cuestión,
indicado en la constitución y en la legislación complementaria vigente; 4) las
exigencias de la moralidad cívica alcanzada por la sociedad, y 5) las
exigencias de una moral crítica planteadas por el principio de la ética
discursiva.
Dice también que para diseñar una ética
aplicada para cada actividad se deben realizar los siguientes pasos:
1)
Determinar el fin específico, el bien interno por el que cobra su
sentido y legitimidad social.
2)
Averiguar cuáles son los medios adecuados para producir ese bien en una
sociedad moderna.
3)
Indagar que virtudes y valores son necesarios incorporar para alcanzar
el bien interno.
4)
Descubrir cuáles son los valores de la moral cívica de la sociedad en la
que se inscribe y que derechos reconoce esa sociedad a las personas.
5)
Averiguar qué valores de justicia exige realizar en ese ámbito el
principio de la ética del discurso, propio de una moral crítica universal, que
permite poner en cuestión normas vigentes.
6)
Dejar la toma de decisiones en manos de los afectados que ponderarán las
consecuencias sirviéndose de criterios tomados de distintas tradiciones éticas.
Un punto central para la educación en
derechos humanos debe enfocarse en la ética de la responsabilidad.
Como exige la ética de la responsabilidad una
de las instancias morales a las que se debe atender es la conciencia moral cívica
alcanzada en una sociedad, es decir su ética civil. La ética civil es el
conjunto de valores que los ciudadanos de una sociedad pluralista ya comparten,
sean cuales fueren sus concepciones de vida buena, el que ya los compartan les
permite construir juntos gran parte de su vida en común. Lo que se trata es de
tomar en serio los valores de la libertad, igualdad y solidaridad (que se
concentran en el respeto de las tres generaciones de los Derechos Humanos) junto
con las actitudes de tolerancia activa y predisposición al diálogo. Para tomar
decisiones justas es preciso atener al derecho vigente, a las convicciones
morales imperantes, y averiguar qué valores y derechos deben ser racionalmente
respetados (Cortina y Martínez 2001).
Una
definición que puede considerarse acertada sobre los derechos humanos la ofrece
Pérez (1995): “los derechos humanos son un conjunto de facultades e
instituciones, que en cada momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad,
la libertad y la igualdad humana, las cuales deben ser reconocidas
positivamente por los lineamientos jurídicos nacionales e internacionales” (p.
48).
Los
derechos humanos se proclamaron el 10 de
diciembre de 1948 en la Asamblea General de las Naciones Unidas, los cuales incluyen
derechos políticos, civiles, sociales, económicos y culturales, los derechos
ambientales y los derechos de solidaridad y de los pueblos. La violación de un
derecho conduce a la violación de otros derechos y así también, la promoción de
un tipo de derechos promueve los de otro grupo diferente de derechos. Los
derechos humanos no son una dádiva o un regalo, estos derechos son exigibles,
el Estado, al ser garante de ellos debe hacerlos vigentes para todas las
personas por igual (Magendzo, 2005).
Así,
los derechos humanos son fundamentales para aprender a vivir en sociedad. Con su enseñanza se adquieren valores que se
reflejan en actitudes y hábitos de convivencia. Se ayuda además a la conquista de los derechos propios de las
personas al construir las bases para la convivencia democrática, donde la
comunicación, la participación ciudadana y el desarrollo integral de los
sujetos son las acciones más relevantes que lleven a la sociedad a relacionarse
responsablemente con el mundo que los rodea (Rojas y Ramírez, 2011).
Tanto
la educación como los derechos humanos se definen mutuamente. Al brindarle a la
educación su finalidad, los derechos humanos contribuyen a señalar sus metas y
contenidos. Por su parte la educación, le brinda el sentido y la legitimidad,
contextualizando y puntualizando el alcance de los derechos humanos,
diferenciándolos a su vez de otros discursos.
La
educación está impregnada de las características, dinámicas y problemas de la
sociedad; llega a reproducir las contradicciones del contexto social y es campo
de confrontación de distintas visiones sobre la realidad. No puede evitar su
papel formador de principios y valores ligados a los derechos humanos y la
democracia, y lo hace positiva o negativamente, ya que sus acciones trasmiten
mucho más que solo contenidos explícitos del currículo; trasmiten valores y
actitudes, modelos y conductas.
La
escuela debe ser un espacio en el que a partir de principios y metodologías
congruentes con los derechos humanos, se adquieran y practiquen los
conocimientos, actitudes y capacidades éticas necesarias para analizar la
realidad con autonomía y conciencia crítica, donde se permita que las
diferentes visiones del mundo se encuentren y confronten a través de reglas
democráticas y procedimientos éticos (Instituto Interamericano de Derechos
Humanos [IIDH], 2009).
Beltrán
define la educación en derechos humanos como “la práctica educativa que tiene
por objeto principal favorecer el reconocimiento, la defensa y la promoción de
los mismos, considerando al ser humano como sujeto de derechos” (2006, p. 4). Es toda formación fundada en el
respeto y vigencia de valores, principios y mecanismos relativos a los derechos
humanos en su integridad e interdisciplinariedad, su vinculación con la
democracia, el desarrollo y la paz. Esta educación conlleva un proceso
educativo continuo y permanente, asentado en un concepto amplio y procesal de
los derechos humanos ligado al desarrollo, a la paz y a la democracia; pretende
profundizar en la noción de una cultura de derechos que tengan como finalidad
la defensa de la libertad, la igualdad, la solidaridad, la justicia, la
democracia y la paz. La educación en derechos humanos no sólo excede sino que
traspasa los ámbitos de la escuela y de la Universidad, llega a toda la
sociedad, donde encuentra su verdadero escenario (Ribotta, 2006).
En nuestra sociedad, la paz no se debe
entenderse como la ausencia de guerra, sino como una relación social enfocada
en el ejercicio de los derechos humanos, que permita que todas las personas
puedan entender y respetar sus diferencias. La paz seria entonces la forma de
convivir en la sociedad sin hacer uso de violencia, ofreciendo condiciones para
que las personas puedan llevar una vida digna ejerciendo sus derechos humanos (Piña
et. al., 2020).
La
educación en derechos humanos, según la define las Naciones Unidas (Naciones
Unidas y Unesco 2006) es un conjunto de actividades de educación, capacitación
y difusión de información orientadas a crear una cultura universal de los
derechos humanos. Una educación integral en derechos humanos no sólo
proporciona conocimientos sobre éstos y los mecanismos para protegerlos, sino
que, además, transmite las aptitudes necesarias para promover, defender y
aplicar los derechos humanos en la vida cotidiana. La educación en derechos
humanos promueve las actitudes y el comportamiento necesarios para que se
respeten los derechos de todos los miembros de la sociedad.
Asimismo
la ONU establece que las actividades de educación en derechos humanos deben
transmitir los principios fundamentales de estos, como son la igualdad y la no
discriminación y además, consolidar su interdependencia, indivisibilidad y
universalidad. Esas actividades deben ser prácticas y estar encaminadas a
establecer una relación entre los derechos humanos y la experiencia de los
educandos en la vida real, permitiéndoles
inspirarse en los principios de derechos humanos existentes en su propio
contexto cultural.
Mediante
estas actividades se otorga a los
estudiantes los medios necesarios para determinar y atender sus necesidades en
el ámbito de los derechos humanos y buscar soluciones compatibles con las normas
de los mismos. Es importante tanto lo
que se enseña como el modo en que se enseña y deben reflejar valores de
derechos humanos, estimular la participación y fomentar entornos de aprendizaje
en que no haya temores ni carencias.
Esta
educación se basa en una pedagogía de la responsabilidad ética y de la
participación, donde combinando la información, la formación y la acción,
pretende el adecuado desarrollo intelectual y afectivo de las personas. Asimismo
se utilizan métodos que contribuyen a fomentar cualidades, actitudes y
capacidades que lleven a adquirir una comprensión crítica de los problemas
mundiales, resolver conflictos de manera pacífica y desarrollar el sentido de
la responsabilidad social y de la solidaridad con los grupos más
desfavorecidos. Se centra primordialmente en la condición y dignidad humana y
constituye un proceso global en el que intervienen todos los agentes sociales:
familia, escuela, medios de comunicación, instituciones, etc. (Tuvilla, 2006).
Para
Beltrán (2006), se puede enfocar a la educación en derechos humanos de tres
modos distintos: a) a través de las prácticas que se basan en una educación valorar, es decir, en la
transmisión de ciertos valores universales que el individuo debe plasmar en su
vida cotidiana, b) a través de las prácticas que privilegian la formación
jurídica, c) y a través las prácticas que parten de una realidad social y
política, inscribiendo el conocimiento de los derechos humanos como la
construcción de un saber, en el marco de la lucha por la democracia y la
reapropiación de la ciudadanía.
Los
derechos humanos deben centrarse particularmente en la tercera de estas
propuestas, pues a quienes se intenta educar es a personas que viven inmersas
en una sociedad concreta y con unas circunstancias históricas específicas, que
influirán y modificarán la forma de entender sus derechos. Esto no quiere decir
que los otros dos enfoques no puedan complementarla, pues los valores y los
fundamentos jurídicos también son parte integrante de la comprensión global de
los derechos humanos.
Es
importante señalar que la Educación en derechos humanos como práctica de la
ética educativa se funda en el reconocimiento, la defensa, respeto y la
promoción de los derechos humanos, cuyo objetivo es desarrollar en los
individuos y los pueblos sus máximas capacidades como sujetos de derechos y
brindarles las herramientas y elementos para hacerlos efectivos. Se trata de
una formación que reconoce las dimensiones históricas, políticas y sociales de
la educación y que se basa en los valores, principios, mecanismos e
instituciones relativos a los derechos humanos en su integralidad y en su
relación de interdependencia e indivisibilidad con la democracia, el desarrollo
y la paz (Ramírez, 2007b).
Se
puede considerar la educación en derechos humanos como una herramienta para la prevención de las violaciones de
estos derechos, fomentando conductas y actitudes basadas en la tolerancia,
solidaridad y respeto. Si creamos sociedades en donde los derechos humanos sean
conocidos por todos, convirtiéndose
así en responsabilidad de todos, la
educación en derechos humanos puede desempeñar a largo plazo un papel
importante en su prevención y protección. De este modo, el alcance de este tipo
de educación no es una acción que termine en sí misma, sino que está proyectada
para generar otras acciones, múltiples y en ámbitos también múltiples, que haga
realidad la existencia viva del Estado de Derecho (Beltrán, 2006).
En
el aprendizaje cotidiano de los derechos humanos, cada ciudadano, de la mano de
la sociedad, va dando forma a una nueva cultura, a la Cultura de los Derechos Humanos, una cultura ética de carácter
preventivo, con la que se debe erradicar todo tipo de violaciones y abusos, y
de la que se aprende cuáles son los derechos humanos, actuar en su favor, y por
supuesto, aprender a disfrutarlos, siempre en el marco de la democracia. La Cultura
de los Derechos Humanos conducirá a una educación cívica de la sociedad, para
que esta sea más responsable y consciente ante la problemática de los derechos
humanos (Beltrán, 2006).
Marco histórico de la
educación en derechos humanos
La
primera vez donde se relaciona a la educación con los derechos humanos es en
la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de 1948, donde se expone que:
La presente Declaración Universal de los
Derechos Humanos como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben
esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones,
inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la
educación, el respeto a esos derechos y libertades, y aseguren, por medidas
progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y
aplicación universal y efectivos, tanto entre los pueblos de los estados
miembros, como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción (Beltrán,
2006, p. 5).
Esta
educación ha tenido una evolución en
tres etapas, que tienen que ver tanto
con los cambios que en la esfera internacional se han dado desde 1948, como con
las innovaciones y reformas educativas
emprendidas para dar respuestas a procesos de democratización y a las
problemáticas mundiales. Esta evolución
ha quedado reflejada en el diseño de materiales destinados a educar en los
grandes principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Tuvilla,
2008).
Primera etapa: 1949 a
1974
La
Asamblea General de Naciones Unidas, en su resolución 217 D (III) del 10 de
diciembre de 1948, expresó que los derechos humanos debían tener una difusión
de carácter popular y universal, para
contribuir a consolidar la paz mundial, y se recomendó a todos los gobiernos
que la Declaración Universal de los Derechos Humanos fuera dada a conocer en
las escuelas y otros centros educativos.
El
24 de julio de 1950, el Consejo Económico y Social invitó a la Unesco a
fomentar y facilitar la enseñanza de los derechos humanos en las escuelas, en
los programas de educación de adultos y mediante los medios de comunicación.
Posteriormente en una recomendación del 2 de julio de 1963, se pidió que se
ampliara a las universidades, institutos, asociaciones culturales y sindicales
y a otras organizaciones.
En
la llamada Proclamación de Teherán la
cual surgió de la Conferencia Internacional de Derechos Humanos que se realizó
en 1968, se señaló un nuevo avance al solicitar a los Estados que se aseguraran
de que todos los medios de enseñanza se empleen de manera que los jóvenes se
formen y desarrollen en un espíritu de respeto por la dignidad humana y por la
igualdad de los derechos de todos los seres humanos y de todos los pueblos, sin
discriminación por motivo de raza, color, idioma, sexo o credo (Tuvilla, 2008).
A
la Unesco le correspondió adoptar
medidas para promocionar, impulsar y estimular esta enseñanza. Entre sus
principales actividades se encuentran estudios sobre los métodos, el material y
los programas de enseñanza, seminarios y conferencias, publicaciones, mejoramiento
de los manuales escolares, fomento de las actividades experimentales en las
escuelas y centros de formación de los profesores, y servicios de consulta y
documentación.
El
Plan de Escuelas Asociadas a la Unesco se inició en los años cincuenta con esta
coyuntura de los derechos humanos, donde se diseñaron planes experimentales de
educación para la comprensión internacional. Por supuesto, los derechos humanos desde un principio se escogieron como uno de
los tres contenidos básicos de la acción innovadora de las Escuelas Asociadas (Tuvilla, 2008).
Segunda etapa: 1974
En
1973 la Unesco presentó a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas el
resultado de un estudio sobre la enseñanza en derechos humanos en el ámbito
universitario a escala mundial que fue solicitado por esa comisión dos años
antes. Las actividades de la Unesco fueron muy bien valoradas. El papel de este
organismo internacional, que es el encargado de reforzar la dimensión
humanística, cultural e internacional de la educación y de contribuir en la
promoción de la paz, los derechos humanos y la eliminación de todas las formas
de discriminación, quedó culminada en 1974 con la Recomendación sobre la Educación para la Comprensión, la Cooperación y
la Paz internacionales, así como la
educación relativa a los derechos humanos y las libertades internacionales, en
un decenio que se caracterizó por el encono entre bloques económicos en el mundo.
Esta
recomendación definió los componentes de la educación para la comprensión internacional en seis tipos: 1) educación
para la comprensión y la paz internacionales; 2) la educación para el desarme;
3) la educación sobre los derechos humanos y las libertades fundamentales; 4)
la educación para la democracia y la tolerancia; 5) la educación
intercultural/multicultural y 6) la enseñanza relativa a los problemas de la humanidad. Posteriormente se uniría la
educación del medio ambiente y la educación para el desarrollo. Para las
Escuelas Asociadas a la Unesco ha sido el corazón de sus proyectos y planes de
acción. Y ha permitido la realización de proyectos y actividades en un largo
periodo, a favor de los derechos humanos, caracterizado por grandes cambios y
transformaciones del mundo contemporáneo desde el final de la Segunda Guerra
Mundial (Tuvilla,
2008).
Tercera
etapa: 1995
Declaración y Plan de Acción sobre la
Educación para la paz, los derechos humanos, la democracia y la tolerancia
(París)
Para
algunos estudiosos de temas sociales, los ochenta fueron denominados como el “decenio
perdido del desarrollo”. Muchos países
se enfrentaron a los problemas de la deuda externa y del ajuste
estructural, la degradación ambiental y la expansión del sida. En el caso de
los derechos humanos supuso el renacimiento de su causa y la defensa de los
mismos, lo cual se recogió en la Convención sobre los Derechos del Niño (1989),
en la Cumbre Mundial a favor de la Infancia (1990) y en la Conferencia
celebrada en Jomtien, Tailandia en 1990, que
estableció la meta de la Educación para Todos en el año 2000.
En
lo que respecta a los años noventa, estos se convirtieron en un periodo de las
Naciones Unidas caracterizado por la celebración de un conjunto de conferencias
mundiales: Conferencia sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Río de Janeiro
1992); sobre Nutrición (Roma 1992); Población y Desarrollo (El Cairo 1994);
Desarrollo Social (Copenhague 1995); sobre Las Mujeres (Beijing 1995); Congreso Mundial
sobre Explotación Sexual de la Infancia (Estocolmo 1996) y la Conferencia sobre
la Explotación y el Trabajo Infantil (Oslo, 1997) . En todas estas conferencias
el tema de la situación de los derechos de los niños y niñas y su relación con
el desarrollo humano fueron muy significativas (Tuvilla, 2008).
La
Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 49/184 del 23 de
diciembre de 1994 declaró de 1995 a 2000 como el decenio de las Naciones Unidas para la Educación en materia de
Derechos Humanos. En el periodo comprendido entre1995- 2004 se realizaron
actividades de difusión e investigación sobre educación en derechos humanos
como fue la realización de congresos nacionales y regionales, cursos y
seminarios. También se crearon revistas especializadas y se organizaron redes
de educadores en derechos humanos (Magendzo,
2005).
Hoy
en día un enfoque moderno de los problemas relativos a la educación para la
paz, los derechos humanos y la democracia, está contenido en el “Plan de Acción Integrado” surgido de
la Conferencia Internacional de Educación de 1994, ratificado por la Unesco en
su Conferencia General de 1995. En este Plan se señalan las finalidades de
dicha educación, las estrategias de acción y las políticas y orientaciones en
los planos institucional, nacional e internacional; representa un nuevo intento de garantizar, a
través de la educación, las libertades fundamentales, la paz, los derechos
humanos y la democracia; también fomenta al mismo tiempo el desarrollo
económico y social sostenible y equitativo ya que se trata de componentes
esenciales de la construcción de una cultura de paz (Tuvilla, 2008).
Finalmente,
se enuncian los organismos internacionales que están relacionados directamente
con actividades de educación en derechos humanos y los que la apoyan
financieramente. Entre estos organismos tenemos al Instituto Interamericano de
Derechos Humanos de Costa Rica que contribuye al desarrollo de una
concepción doctrinaria de la educación en derechos humanos, en la creación y
difusión de materiales, en la capacitación de profesores en la materia y en el
apoyo técnico en la realización de reuniones en diversos países; Al Ceaal (Consejo
de Educación Popular de América Latina y el Caribe) que ha sido una de las
instituciones que desde los años ochenta colocó el tema de la educación de los
derechos humanos en la agenda de la sociedad civil; puso en discusión la
relación que existe entre la educación popular y la educación en derechos
humanos; Unicef (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) que se ha dedicado a la
promoción del respeto de los derechos de los niños y niñas; a la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura) que
reforzó el programa de Escuelas Asociadas elaborando material didáctico, que
incluyó la discusión de los derechos humanos en las universidades mediante la
Cátedra de Amnistía Internacional que aporta una visión internacional del tema;
el Celam (Conferencia
Episcopal Latinoamericana) que ha trabajado por promover los derechos
humanos creando vicarías para la defensa y educación de los derechos humanos.
Asimismo en materia de financiamiento a esta materia, se encuentran fundaciones
y organismos como son: la Fundación Ford, Radda Barnen, Diakonía, etc. (Magendzo,
2005).
En el año de 1996 se publicó un informe
de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, de nombre
Informe Delors, el cual fue realizado por educadores internacionales con gran
experiencia en la vida diaria de las aulas escolares. En el informe se describe
cómo debe asumirse el desafío educativo para el siglo XXI tomando en cuenta los
profundos cambios sociales y necesidades de la sociedad. Se instrumentan así cuatro pilares centrales de la
educación, 1. • Aprender a conocer: su justificación es el goce de comprender,
conocer, descubrir. Aprender para conocer busca aprender a aprender,
ejercitando la atención, la memoria y el pensamiento. 2. Aprender a hacer: los
aprendizajes deben evolucionar y no considerarse mera transmisión de prácticas,
se requiere la experimentación por parte del educando. 3. Aprender a vivir
juntos: este punto es central en la educación en derechos humanos y en la
búsqueda de
la paz, donde se busque que los seres humanos puedan convivir entre ellos
respetándose unos a otros. 4. Aprender a ser persona: La función clave de la
educación es transmitir a todos los seres humanos libertad de pensamiento, de
juicio, de sentimientos y de imaginación que son necesarios para lograr
fortalecer sus talentos buscando el desarrollo completo del hombre en toda su
riqueza individual. Así estos pilares serán fundamentales para crear una
Educación en derechos humanos y para la paz alcanzando la convivencia pacífica
entre todos los seres humanos (Esquivel
y García, 2018).
Importancia de educar
en derechos humanos
A raíz de las problemáticas sociales
tendientes a la violencia a nivel mundial, se ha promovido la educación para la
paz y los derechos humanos, que se inserta en el proyecto de acción de Unesco
sobre educación para la paz, los derechos humanos y la democracia. Se ha dado
un importante énfasis en esta materia especialmente luego de que la Unesco
declarara al 2000-2010 Decenio por una Cultura de Paz; esta educación que
trabaja de la mano con los derechos humanos, busca preparar a las personas en
la búsqueda de la armonía entre todos los individuos, que se pueden centrar en
problemáticas geográficas, según las necesidades de cada comunidad (Rodríguez,
2018).
Los
derechos humanos como obligación de los Estados, se establecen universalmente en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos; en ella se reconocen como
elementos esenciales de la dignidad humana y condición básica para el
desarrollo de las naciones (Ramírez 2007a).
Educar
en ética y derechos humanos es el único camino que conduce a las mujeres y
hombres a convertirse en ciudadanos del mundo y forjadores de su propio
destino. Esta educación es el gran desafío que afrontan en la actualidad las
naciones del mundo. Un desafío que enfrentan los Estados, los gobiernos, la
sociedad civil, y las organizaciones y grupos sociales. Todos los actores sociales
tienen algo que hacer, decir y compromisos que asumir con relación a la
educación en derechos humanos. Una educación que no se presenta como una
actividad más de enseñanza-aprendizaje, sino como un proceso de vida continuo,
permanente y de curricular abierta, que se irá delimitando a través de los
requerimientos sociales e individuales y según los mismos procesos políticos,
sociales, económicos, culturales e históricos (Ribotta, 2006).
Esta
educación es cada vez más fundamental y necesaria para contribuir a la creación
de sociedades libres, justas y pacíficas; pues no sólo permite la comprensión y
la sensibilización de todos los ciudadanos del mundo sobre los derechos
humanos, sino que es una estrategia más para la prevención de sus violaciones.
Una educación basada en los derechos humanos
es algo más que una asignatura. Supone un contexto y una vivencia plena que
debe estar presente tanto en la vida de la escuela como en la sociedad en su
conjunto. El objetivo de la educación en
derechos humanos se extiende a un fin educativo que compromete la
totalidad de la vida en la escuela. Más que solo dar instrucción sobre derechos
humanos, se trata de educar para que los estudiantes los vivan, los aprecien y
los sientan. Por este motivo se habla de una condición educativa centrada en
los derechos humanos que impregne la vida escolar en todos sus aspectos (IIDH, 1997).
Esta
educación evidencia elementos que favorecen un impulso ético coherente respecto
al fenómeno de la mundialización y la
construcción de una democracia internacional, con el objetivo de propiciar un
marco educativo en derechos humanos donde participen en forma activa las nuevas
generaciones. Se da lugar entonces a una educación que permite pensar de otra
forma, desde un enfoque global y con una perspectiva mundial ante los problemas
y sus soluciones (Ramírez, 2007a).
La
educación debe orientarse hacia el desarrollo pleno de la personalidad humana
y su dignidad, y debe además fortalecer
el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales; es muy
importante capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una
sociedad libre, favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre
todas las naciones y entre todos los grupos raciales, étnicos o religiosos. Se
busca así un modelo de individuo caracterizado por su proclividad a la
tolerancia y la solidaridad y que se habitúe al mantenimiento de paz; una paz
que esté institucionalmente garantizada por quienes proponen estos mismos
fines, respetando los derechos humanos y libertades fundamentales (Sauca,
2007).
Educar
en derechos humanos en las escuelas significa darle la oportunidad al alumno de escribir, hablar y pensar el mundo con un
lenguaje de múltiples significados, permitiendo el acceso al conocimiento, al
desarrollo de sus capacidades y las oportunidades para disentir sobre la forma
en cómo es gobernado el mundo (Tuvilla, 2008).
Los
derechos humanos no tienen sentido en un mundo que niega las posibilidades legitimas de todos los seres humanos a ser felices
y alcanzar niveles de bienestar que les
permitan satisfacer las necesidades básicas y un nivel de vida digno. Estos
derechos se proclamaron no sólo para normalizar las relaciones de las personas
dentro de la sociedad, sino también como un conjunto de criterios de valor con
los cuales medir el progreso y la orientación de la sociedad misma.
La democracia, un buen gobierno e instituciones
transparentes y responsables en todos los sectores de la sociedad son
indispensables para el logro de cualquier modelo de desarrollo centrado en el
ser humano. Desarrollo que necesita promover la
integración social a través de sociedades estables, seguras y justas,
basadas en el ejercicio y respeto de los derechos humanos y en la participación
de todas las personas.
La
educación en derechos humanos es considerada actualmente no solo como una necesidad de las
sociedades para hacer frente a los cambios y buscar alternativas a los
problemas mundiales, sino que también tiene como finalidad el derecho a la
educación. Educación que cuenta con directivas y leyes en muchos países y con
el respaldo y la acción unánime de la sociedad civil (Tuvilla, 2008).
El Programa Mundial para la Educación en
Derechos Humanos (Naciones Unidas y Unesco, 2017, p.16)
menciona los muchos instrumentos y documentos internacionales donde se han
incorporado disposiciones en materia de la educación en derechos humanos, como
son:
La Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 26); la Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial
(art. 7); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(art. 13); la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes (art. 10); la Convención sobre la eliminación de todas
las formas de discriminación contra la mujer (art. 10); la Convención sobre los
Derechos del Niño (art. 29); la Convención Internacional sobre la protección de
los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares (art.
33); la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad (arts. 4
y 8); la Declaración y Programa de Acción de Viena (parte I, párrs. 33 y 34, y
parte II, párrs. 78 a 82); el Programa de Acción de la Conferencia
Internacional sobre la Población y el Desarrollo (párrs. 7.3 y 7.37); la
Declaración y el Programa de Acción de Durban (Declaración, párrs. 95 a 97, y
Programa de Acción, párrs. 129 al 139) y el Documento Final de la Conferencia
de Examen de Durban (párrs. 22 y 107); y el Documento Final de la Cumbre
Mundial (párr. 131).
Esta
nueva educación debe ser pensada como una educación ética y política, que toma
en cuenta el aprendizaje como una parte de la vida, por lo que se vincula con
los más grandes problemas de la sociedad como son pobreza,
violencia, racismo, discriminación, intolerancia, impunidad y corrupción,
entre otros. Busca fortalecer las habilidades de los estudiantes para que
puedan identificar, analizar y dar soluciones
afines con la ética de los derechos humanos (Magendzo, 2005).
La educación es un instrumento de formación basado
en los valores democráticos de: libertad, justicia, igualdad, pluralismo,
participación, etc. y constituyen la garantía de la convivencia social. Cumple una función esencial como motor que
contribuye al conocimiento y sensibilización de los miembros de la sociedad
sobre los problemas mundiales y como
medio de posibilitar la participación de todos los ciudadanos del mundo en la
solución de sus problemas. La educación tanto en su función socializadora como
transformadora, ha encontrado en la educación en derechos humanos una de sus
mejores expresiones, como lo es el respeto de todos los pueblos, sus culturas,
civilizaciones, valores y modo de vida (Tuvilla, 2008).
Así pues, es evidente la relación estrecha que
existe entre necesidades, valores y derechos humanos. Mientras existan
manifestaciones de violencia como, hambre, marginación, racismo, desempleo,
explotación, desequilibrios estructurales entre regiones y deterioro del medio
ambiente, no puede haber paz ni darse las condiciones para convivir en armonía
entre los individuos de una sociedad. Es indudable que los derechos humanos y
su puesta en práctica en todas las políticas mundiales tiene una relación
directa con la satisfacción de las necesidades fundamentales de las personas e
indica el nivel de justicia social alcanzado, tanto en el interior de una
nación como en la esfera internacional (Tuvilla, 2008).
La educación en derechos humanos, brinda
principios que son clave para apoyar la reforma educativa y favorecer la
solución de problemas que aquejan a los sistemas de enseñanza de todo el mundo,
aumentan la eficacia de los sistemas nacionales de enseñanza, que a su vez,
desempeñan una función decisiva en el desarrollo económico, social y político.
Naciones Unidas señala algunos puntos donde se puede ver el papel prioritario que
tiene la educación en derechos humanos para las naciones:
• Multiplica los frutos del aprendizaje al
promover una enseñanza basada en el niño, donde se busca como prioridad
promover la participación de éstos en el proceso educativo;
• Fomenta el acceso al proceso de
escolarización y la participación en él promoviendo entornos de aprendizaje
incluyentes que propicien la igualdad de oportunidades, la diversidad y la no
discriminación;
• Contribuye a la cohesión social y a la
prevención de los conflictos apoyando el desarrollo emocional y social del niño
y fomentando valores democráticos. (2006, p. 5)
Una
de las metas más importantes que buscan los derechos humanos es la formación de
sociedades donde no se atropelle la dignidad humana y, que cada persona se
reconozca como sujeto de derechos[1],
que sea capaz de ejercerlos y defenderlos y, al mismo tiempo, reconozca y
respete los derechos de las otras personas y actúe en consecuencia. Esta
educación debe constituirse como motor de transformaciones individuales y
sociales, de construcción de ciudadanía y de realización de la democracia.
Se puede decir que educar en derechos
humanos implica formar actitudes de respeto, donde se promueva a los alumnos a
que fomenten y protejan los derechos de todas las personas que lo rodean. La
formación de derechos humanos implica también educar para la autonomía, cuando
las ideas fluyan sin límites intelectuales; cuando la escuela promueva la
organización de los alumnos para que se independicen y auto determinen; cuando
les proporcionen la oportunidad de crecer en la aceptación y respeto de sí
mismos (Robles et. al., 2018).
Naciones Unidas estipula que es menester
que la educación en derechos humanos se centre en el educando. Debe tomar en
cuenta la realidad y la cotidianidad de los estudiantes, centrándose en la
relevancia de los derechos humanos en su formación de ciudadanos. Su contenido
y metodología tendrían que adaptarse en las necesidades y experiencias del
grupo con el que se esté trabajando; deben basarse en los principios de
derechos humanos enraizados en su contexto cultural, y deben tener en cuenta la
evolución histórica y social de su comunidad (Oficina del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos [ACNUDH], 2020). Se debe
promocionar desde lo cotidiano las prácticas de los derechos humanos, lo que
permitirá resultados mayores de transformación de la violencia estructural tan
arraigada en sociedades como la latinoamericana. Se debe trabajar desde lo
local, promocionando relaciones humanas incluyentes de reconocimientos mutuos,
reciprocidades y solidaridades (Sanchez, 2017).
En el camino a
cumplir sus objetivos, la educación en derechos humanos se plantea varios fines
propuestos por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH, 2009) que
deben ser compartidos por cualquier programa y que se refieren a la formación
en valores de naturaleza universal que sustentan la dignidad de la persona
(fines éticos), con la formación en el análisis y evaluación de la realidad a
partir de parámetros valórico-normativos (fines críticos) y con la formación en
el compromiso activo por transformar los aspectos de la realidad que impiden la
realización efectiva de los derechos humanos (fines políticos). Estos fines son
el horizonte del trabajo educativo y no pueden perderse de vista al momento de
diseñar los objetivos de cualquier programa concreto, ajustándose a las
características de los destinatarios y al contexto en que se realizará.
Cuadro I: Fines de la educación en derechos humanos
FINES |
DEFINICIÓN |
Éticos |
Formar en los valores de naturaleza universal que sustentan la dignidad
y derechos de la persona. |
Críticos |
Formar a los sujetos para el juicio crítico de sí mismos y de sus
contextos de acción, desde los más cercanos e inmediatos hasta los más
distantes y mediatos. |
Políticos |
Formar para concebir los cambios sociales necesarios y para hacerlos
realidad. |
Nota: Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, 2009
Se puede decir, que la educación en
derechos humanos es una tarea central para la construcción de una cultura de
paz, donde se busque el reconocimiento y respeto de los derechos de todas las
personas sin importar sus diferencias naturales. Las necesidades y
problemáticas de nuestra sociedad actual, como son las desigualdades económicas
y sociales, hacen necesario educar desde los derechos humanos, para poder
lograr cambios sociales e institucionales imprescindibles para la construcción
de una sociedad inclusiva y tolerante. la educación en derechos humanos es una
herramienta para que los individuos no sólo conozcan sus derechos, sino que
actúen en su día a día con valores inherentes a una cultura de respeto a los
derechos de todas y todos, respetando sus diferencias y valorando la diversidad
que permita construir una ciudadanía responsable (Muciño, 2017).
Conclusiones
En
este trabajo se trataron tópicos que buscan dar pauta hacia un interés general
en la implementación de la educación en derechos humanos. El cambio que se
quiere alcanzar en la sociedad por medio de esta educación no será inmediato,
se requiere de varios años de esfuerzo para lograrlo.
La
ética juega un papel primordial en esta tarea educativa. Uno de los efectos más
importantes que la educación en derechos humanos tiene sobre la sociedad
informada, se refleja en las actitudes y hábitos que provoca en esta población.
Los individuos, al acercarse a la ética educativa y al conocer sus derechos, construyen una
convivencia democrática en donde la comunicación, la participación y el
desarrollo de las personas llevan a la
sociedad a relacionarse respetuosa y responsablemente con el mundo que los
rodea.
Así
pues, las principales metas que persigue la educación en derechos humanos es la
formación de la sociedad donde no sea atropellada la dignidad humana y que a su
vez cada individuo conozca sus derechos y obligaciones y sea capaz de
defenderlos y llevarlos a cabo, y por supuesto respeten los derechos de las
demás personas. Esta educación debe ser un motor para una transformación
social.
Es
importante destacar que esta educación no puede permanecer estática, debe ser
parte de un proceso educativo continuo y permanente. Debe traspasar las
fronteras de las escuelas, universidades, entre otros, requiere llegar a toda
la sociedad en su conjunto pues es ahí donde encuentra su verdadero espacio; y además de transmitir los conocimientos sobre derechos humanos, también debe brindar
las habilidades necesarias para promoverlos, defenderlos y aplicarlos en el día
a día. Se requiere realizar actividades, talleres, asignaturas que no sólo
traten sobre cuáles son los derechos humanos, sino que las actividades se
realicen de manera lúdica, y con actividades aplicadas donde los participantes
se involucren y puedan ellos mismos identificar donde, como sociedad, se está
fallando y violentando los derechos de todos.
Finalmente
cabe señalar que la ética discursiva y la ética de la responsabilidad son
claves para lograr este fin. Se debe trabajar con la ética como parte
fundamental de la filosofía para contribuir con esta tarea educativa y de
concientización para nuestra sociedad. No se debe olvidar que los derechos
humanos están relacionados directamente con la satisfacción de las necesidades
fundamentales de los seres humanos que indican el grado de justicia social que
se tiene en cada comunidad. Es por ello que de forma paralela a las importantes
campañas de educación en derechos humanos que se puedan realizar, debe hacerse
también un esfuerzo para mejorar las condiciones de vida de las personas, como
es la pobreza, marginación, discriminación, desempleo, deterioro del medio
ambiente, etc. que provocan brotes de violencia en una sociedad lastimada.
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Conflicto de intereses Los autores declaran no tener conflictos de intereses. |
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4.0 Internacional
Haydee Maricela Mora Amezcua
https://revistas.uniss.edu.cu/index.php/pedagogia-y-sociedad/: pedagogiasociedad@uniss.edu.cu
[1] Un sujeto de derecho es un
individuo que tiene un conocimiento básico
de los cuerpos normativos concernientes a los derechos fundamentales de
las personas y los utiliza para promover y defender sus derechos y los de los
demás. Un sujeto de derecho tiene la
capacidad de defender y exigir que se cumplan sus derechos y los de los demás
con argumentos fundamentados e informados y un discurso convincente. (Magendzo,
2005)