Recibido: 25/3/2022, Aceptado: 24/4/2022, Publicado: 13/7/2022
Artículo
original
Necesidad de la bioética en la sociedad pospandemia
Need for bioethics in the post-pandemic society
Anna Lidia Beltrán Marín¹
E-mail anna@uniss.edu.cu
http://orcid.org/0000-0002-9527-0083
Katherine
Pérez Beltrán2
E-mail kathyperezbeltran@gmail.com
http://orcid.org/0000-0002-4849-5706
1Universidad
de Sancti Spíritus “José Martí Pérez”, Cuba
2 Policlínico Plaza de la Revolución, La Habana,
Cuba.
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¿Cómo citar este artículo? (APA, Séptima edición)
Beltrán
Marín, A. L. y
Pérez Beltrán, K. (julio-octubre, 2022). Necesidad de la bioética en la
sociedad pospandemia. Pedagogía y Sociedad, 25 (64), 65-85. http://revistas.uniss.edu.cu/index.php/pedagogia-y-sociedad/article/view/1516
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RESUMEN
Introducción: el artículo afirma que entre
los problemas que a nivel mundial enfrenta la sociedad hoy, están los
relacionados con las secuelas dejadas por la Covid
19. Los profesionales de la salud están implicados en las soluciones, para
lograrlo se requiere dominio del pensamiento crítico. La filosofía, en
particular la ética, la bioética y la justicia social son las fuentes para
enfrentarlos.
Objetivo: esbozar algunos argumentos en
torno a la necesidad de mejorar la articulación entre los conocimientos sobre
bioética y desempeño del profesional de la salud en Cuba.
Metodología: La empleada enfatiza los
métodos cualitativos.
Resultados: se presentan resultados
preliminares de la investigación que se realiza para mejorar la docencia del
curso de Filosofía y Ciencias de la salud, que se imparte a los residentes de
la Universidad de Ciencias médicas de Sancti Spíritus.
Conclusiones: se realiza un análisis del
tema en la literatura contemporánea, se definen planteamientos que se le hacen
a la filosofía en la actualidad, se revelan testimonios de médicos que
recientemente finalizaron el mencionado curso y se proponen los temas a
modificar a partir de las particularidades de contexto actual.
Palabras clave: bioética; covid-19;
filosofía; salud; pandemia
ABSTRACT
Introduction, the article states that among the problems that
society faces today, worldwide, are those related to the consequences left by Covid 19. Health professionals are involved in the finding
of solutions. To achieve this, a mastery of critical thinking is required.
Philosophy, in particular ethics, bioethics and social justice are the sources
to confront them.
The purpose of this article is to outline some arguments
regarding the need to improve the relation between knowledge about bioethics
and the performance of health professionals in Cuba.
The methodology used emphasizes qualitative methods.
Preliminary results of the research carried out to improve the teaching
of the Philosophy and Health Sciences course taught to residents of the
University of Medical Sciences of Sancti Spíritus are
presented.
Conclusions: An analysis of the topic in contemporary literature
is carried out, approaches that are made to philosophy today are defined,
testimonies of doctors who recently completed the aforementioned course are
revealed and the topics to be modified are proposed based on the
particularities of the current context.
Keywords: bioethics; Covid-19; health; pandemic; philosophy
Introducción
La Covid-19 llegó para cambiar nuestras vidas.
La adaptación a esta condición requiere replantear el sentido de las relaciones
sociales y cómo ellas impactan en la determinación de la vida de cada
individuo.
La pandemia, ha hecho replantear los retos,
desafíos y problemas que aquejan a la sociedad como una sociedad del riesgo,
fuertemente marcada por la inseguridad laboral y la precariedad salarial; la
desigualdad social y el mínimo acceso a los servicios básicos de salud y
seguridad, así como la necesidad de que las personas comprendan que hay que
respetar y cumplir las medidas de seguridad y prevención.
¿Cuál es entonces la tarea de la filosofía
ante la experiencia del Coronavirus y los cambios sociales que ha impuesto la
pandemia? Por una parte, la bioética y la justicia social pueden representar
los horizontes filosóficos a partir de los cuales se puede orientar el curso de
la sociedad pospandémica. La Covid
plantea retos y la filosofía, en particular la ética, la bioética y la justicia
social son las fuentes para enfrentarlos. Se requiere reformular el concepto de
salud pública, el principio de justicia y hacer de la bioética la filosofía de
la sociedad actual.
Este trabajo toma como base la investigación
que se realiza a partir de las experiencias docentes en la impartición del
curso de Filosofía y Ciencias de la salud en el municipio de Sancti Spíritus y
las vivencias en el enfrentamiento a la pandemia. Se demuestra que no son
suficientes los conocimientos sobre bioética que tienen los profesionales de la
salud en este territorio, por lo que se requiere perfeccionar su formación
profesional en este sentido.
En los testimonios que aquí se ofrecen se
omiten los nombres de los autores por razones propias de su profesión. Se
seleccionó una muestra de las opiniones vertidas por 118 residentes de 27
especialidades médicas que cursaron el curso de Filosofía y ciencias de la
salud en la fecha comprendida desde el 14 de diciembre de 2021 al 1 de marzo de
2022.
El propósito del presente artículo es esbozar
algunos argumentos en torno a la necesidad de mejorar la articulación entre los
conocimientos sobre bioética y desempeño del profesional de la salud en Cuba.
Marco
teórico o referentes conceptuales
A lo
largo de la historia, los hombres han buscado la explicación a los fenómenos
que en la sociedad acontecen y que le son contemporáneos. La crisis sanitaria
ocasionada por la Covid, no es una excepción, por lo
que los filósofos han tratado de entender sus causas, explicarlas y proponer
salidas a la misma.
En su
Introducción a la historia de la filosofía, (Hegel, 1980) plantea:
La filosofía es idéntica al
espíritu de la época en la que esta aparece; la filosofía no está por encima de
su tiempo, ella es solamente la conciencia de lo sustancial de su tiempo, o el
saber pensante de lo que existe en el tiempo. De la misma manera, ningún
individuo puede estar por encima de su tiempo; el individuo es hijo de su
época; lo esencial de la época es su propia esencia; el individuo se manifiesta
solamente en una forma determinada. Nadie puede salir de lo sustancial de su
época, como nadie puede salir de su propia piel. Por consiguiente, en una
consideración esencial la filosofía no puede saltar su propio tiempo. (p.198)
En los
últimos dos años varios autores han abordado la relación filosofía- pandemia.
Entre ellos, la profesora de Filosofía de la Universidad de Sevilla, María de
Paz, que en 2020 en su artículo: Tareas
para el filósofo en tiempos de pandemia defiende la tesis de que no existen
tareas específicas del filósofo durante una pandemia. Las tareas del filósofo
no cambian durante un período de crisis. Al mismo tiempo, se busca reivindicar
la importancia del filósofo en nuestras sociedades. La tarea del filósofo no
cambia esencialmente, siempre es la tarea crítica y apunta:
Los filósofos pueden aportar
mucho cuando trabajan en equipos interdisciplinares, pero también pueden
hacerlo mostrando diariamente la importancia del pensar, exponiendo que la
filosofía es en realidad cosa de todos, que nos atañe a todos. Que pensar es
algo que nadie puede hacer por nosotros. La tarea del filósofo es siempre la
misma y al mismo tiempo diversa, es pensar y repensar,
es ser molesto planteando problemas, pero también es incitar a pensar. Es
estimular la discusión y el debate, el intercambio de puntos de vista, la
existencia de la crítica para estar siempre vigilante, procurar generar una
sociedad alerta, una sociedad atenta, una sociedad que piensa. (2020, p. 201)
Machado
Ramírez (2020), en su artículo, enfatiza la importancia de un pensamiento
filosófico para lograr enfrentar la crisis actual de la Covid
en la que se encuentra Cuba. En su opinión, ese concepto determina, en esencia,
el cauce por el que recorre la búsqueda de una solución factible en lo que
compete a las ciencias naturales, exactas o sociales, pues es una realidad que
toda investigación que se haga en su nombre será concebida desde un pensamiento
de ese tipo, ya que el científico, conscientemente o no, no se sitúa fuera de
lo que él mismo, en sus relaciones e interacciones, ha creado y es portador
como parte de su pensamiento y desde la consecuente acción.
En su
trabajo: La filosofía frente a la
pandemia: breve repaso y un postulado, Rodrigo
Pulgar (2020), hace un recorrido por los planteamientos, y juicios
anticipados de algunos filósofos sobre el origen de la misma y las
consecuencias que estos han traído. La sociedad bajo los efectos de la Covid se convirtió en un laboratorio para medir las
prácticas sociales. El académico chileno expresa: “En el fondo me planteo
filosóficamente que estamos frente a una posibilidad cierta de dar un giro de
tuerca a un modo de vida, a un discurso político, que durante décadas ha
sacrificado la vida de muchos por el mero interés económico” (párr.18.) Es
decir, en un momento de aprendizaje y reflexión sobre el valor de la relación:
salud-educación-justicia-economía, etc.
¿Qué
papel tendría que jugar en esta crisis sanitaria global? ¿Qué nos puede aportar
para mejorar la realidad? ¿Hemos hecho algo mal los humanos para que la
pandemia ocasionada por el coronavirus Covid-19 nos tenga en jaque a nivel
mundial? Estas son algunas interrogantes que le plantea a la filosofía
Gutiérrez Alcalá (2020) en su trabajo: La
filosofía en tiempos de Covid-19 en el que realiza un análisis crítico de
las causas que originaron la pandemia según la opinión de Paulette Dieterlen Struck (como se citó en
Gutiérrez Alcalá, 2020) investigadora del Instituto de Investigaciones
Filosóficas de la UNAM quien plantea que las causas están en el uso indebido
que los humanos hemos hecho de los recursos naturales de la humanidad.
Por su
parte Guerra (2021) sostiene que la pandemia ha revelado el verdadero fin de la
modernidad eurocéntrica y ha abierto el desafío de pensar en sociedades
diversas pero iguales en el derecho a la existencia y a la vida. A su juicio ya
no existe más la idea de que la filosofía solo llega a explicar el mundo una
vez que han acaecido los hechos y defiende la idea de una simultaneidad de la
filosofía con los hechos y un cierto poder transformador del pensamiento. Así
mismo realiza una distinción crítica, desde un horizonte latinoamericano y del
Sur Global (que es desde donde los latinoamericanos debemos pensar si queremos
filosofar con sentido), entre ‘Metafísica/Ontología del ser universal y
abstracto’ y ‘Onto-logías históricas del ser-aquí’.
Alude la significatividad y el valor de las onto-logías
históricas como dispositivos teóricos de descolonización frente a las
metafísicas. Las ‘onto-logías históricas del
ser-aquí’ se preguntan, no por el ser abstracto, sino por la existencia y la
vida cotidiana puestas en peligro por la pandemia. Ello permite, posicionar a
la vida, no solo como un valor ético capaz de orientar la acción humana, sino
como fundamento universal y categoría crítica (Guerra, 2021).
Machado
Curiel (2021) asegura que la filosofía es imprescindible como saber racional,
reflexivo y humanístico para dotar de sentido y orientación nuestra existencia
individual y colectiva frente a la pandemia y sus consecuencias. La reflexión
filosófica desde la Bioética y la justicia social puede aportarnos directrices
para comprender el papel decisivo de la propia filosofía en el porvenir de
sociedad de la pospandemia.
Para
esta investigación resultó de particular interés, el análisis de un artículo
publicado en Verne El País, el 25 de
mayo del 2020 en el que su autor Jaime Rubio Hancock ofrece herramientas para poner en
práctica el pensamiento crítico, al tiempo que ameniza
sobre las conversaciones que sostuvo con profesores de filosofía en el contexto
de la pandemia. En ese trabajo, titulado: Seis
ideas filosóficas para reflexionar sobre la pandemia el cual está
encabezado con la frase: “El trabajo de los filósofos consiste en incordiar y
“señalar lo que debe ser destruido para no repetir errores” refiere que la filosofía no va a ayudarnos a encontrar la vacuna
contra la enfermedad, ni nada parecido, pero en una situación como la actual,
según opina Eurídice Cabañes, filósofa especializada
en tecnología (como se citó en Rubio Hancock 2020) en
es cuando se muestra más necesaria. El pensamiento crítico es
imprescindible para reevaluar las condiciones del mundo tras la pandemia,
expresó por su parte Carrasco (como se citó en Rubio Hancock,
2020).
El
autor antes mencionado declara en su artículo que pidió a cinco filósofos
algunas ideas para poner en práctica el pensamiento crítico. En síntesis, esas
ideas fueron: la importancia de la investigación científica; las posturas morales;
soberanía tecnológica; cosmopolitismo; el allanamiento epistémico y meditar
sobre la vida y la muerte.
En
torno a la primera idea, la profesora del Instituto de Filosofía del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Pérez Sedeño (como se citó en Rubio Hancock,
2020), la pandemia ha puesto de manifiesto “la necesidad de que el Estado
financie la ciencia básica” (párr. 5), para garantizar la investigación en
campos en los que “los beneficios pueden no ser inmediatos” (párr. 5), ni siquiera
a medio plazo, “hay que hacer investigación básica de calidad, pues de esta
investigación saldrán resultados que no son previsibles a priori y que
redundarán en beneficio de la sociedad"
(párr. 6).
La
segunda idea para poner en práctica el pensamiento crítico se refiere a las
posturas morales y la emitió Gaitán (como se citó en Rubio Hancock,
2020) según el cual se trata de una actitud, que: “devalúa el debate moral”
(párr. 9) Hace más difícil llegar a acuerdos y contribuye a la polarización,
además de dar una falsa sensación de consenso, como cuando un político dice que
algo es de sentido común sin que lo sea necesariamente. Este exhibicionismo de
la indignación y de la moralina “incrementa la intolerancia hacia las ideas
ajenas” (párr. 9), lo que además acaba provocando que se expulse a mucha gente
del debate público, dejando la conversación en manos de los más agresivos o
grandilocuentes.
La
tercera idea, en este caso de Cabañes (como se citó
en Rubio Hancock, 2020) recuerda que, con el
confinamiento, el espacio público ha sido casi por entero digital. La soberanía
tecnológica apuesta por iniciativas de software libre, es decir, modificable
para adaptarlo a usos concretos. También propone incentivar iniciativas
locales, introduciendo la idea de “tecnología situada, por analogía con el
conocimiento situado que proponía la filósofa Donna Haraway" (párr.12), es decir, en contexto y aplicado a
necesidades concretas y no globales (como se citó en Rubio Hancock, 2020).
Además,
es necesario tener en cuenta la igualdad de acceso a estas nuevas tecnologías.
Pérez Sedeño (como se citó en Rubio Hancock, 2020)
recuerda cómo estas desigualdades se han puesto de manifiesto con las clases a
distancia de escuelas y universidades. El confinamiento ha afectado de manera
más grave a familias desfavorecidas sin medios ni recursos, como ordenadores
para conectarse y atender a estas clases.
La
cuarta idea, denominada: El cosmopolitismo. Según afirma Infante (como se citó
en Rubio Hancock, 2020), “una de las cosas que nos ha
mostrado el virus es la artificiosidad de nuestras fronteras y las
incapacidades del Estado-nación”. El filósofo recuerda que “lo que estamos
viviendo es un problema global". Los virus "no distinguen naciones ni
clases sociales, y los problemas globales exigen soluciones globales”. Infante
apunta que “esta crisis nos desvela, una vez más, que somos vulnerables e
interdependientes”. Y añade: “El orgullo de sentirse español, catalán o
estadounidense, no cura esta enfermedad y ninguna bandera detiene el virus”
(párr. 14).
La
quinta idea: el allanamiento epistémico ocurre cuando un experto en un terreno
rebasa de forma clara su campo de estudio y habla de un tema sobre el que
carece de datos o de los conocimientos para evaluar esos datos. El término fue
acuñado por el filósofo estadounidense Nathan Ballantyne en un artículo de 2016. El allanamiento no tiene
por qué ser negativo. De hecho, a veces es necesario: muchas de las preguntas
que tratan de responder ciencias y humanidades son “híbridas”. El problema
viene cuando se cae en la tentación de opinar sobre algo que desconocemos (Hancock, 2020).
Para
evitar el allanamiento epistémico hay tres respuestas posibles. Dos de ellas
son obvias: formarnos en esas disciplinas o reducir el foco de nuestra
investigación. Ballantyne recuerda al respecto con
ironía que “tanto el trabajo duro como la modestia son incómodos”. La tercera
vía, que es la que le parece más interesante a Antonio Gaitán, quien ha
propuesto la idea, (como se citó en Rubio Hancock,
2020), pasa por la colaboración entre
profesionales de diferentes ámbitos. Gaitán cree que es conveniente aplicar
este concepto también a los filósofos: “En muchas ocasiones, traspasamos la
barrera de nuestra disciplina. No es algo malo en sí mismo, pero sí es problemático
y una señal de arrogancia” (párr. 20.). El profesor de la Universidad Carlos
III opina que hace falta “mucha reflexión a nivel metodológico y conceptual:
qué hacemos, qué nos interesa y qué podemos decir sin allanar dominios ajenos,
teniendo en cuenta nuestra tradición y la posibilidad de dar con hallazgos
robustos” (párr. 20.).
La
sexta idea: Meditar sobre la muerte (y sobre la vida). Desde la filosofía se ha
intentado ver la muerte con indiferencia (como proponía Epicteto),
como una ganancia (Sócrates) o como un mal, una pérdida (Sartre). Pero Carrasco
Conde, como se citó en Rubio Hancock, 2020, propone
cuestionar que sea una frontera, un límite o un final de trayecto: “No somos
mortales al final de nuestra vida, sino durante toda ella” (párr. 21). Vida y
muerte “no son conceptos antagónicos, sino que son en gran medida
complementarios”, explica la filósofa. La autora propone tener en cuenta no
solo la duración de la vida sino, sobre todo, su intensidad, para “llenarla de
sentido y de algo que nos realice a nosotros mismos” (s.p.),
que no suele ser ni el trabajo ni los productos que acumulamos. Y resume: “Lo
contrario a vivir no es morir, sino malvivir” (párr. 22.). Y aprender a morir,
un tema filosófico clásico, es en realidad “aprender a vivir” Rubio Hancock 2020, (párr. 22).
En
opinión de Rubio Hancock, Carrasco Conde coincide con
Eduardo Infante, sobre este tema:
Vivimos de espaldas a la
muerte como si fuera algo que le ocurre a los demás, pero no a nosotros. Esta
manera de pensar provoca que llevemos vidas inauténticas, en las que las cosas
dejan de ser un medio y se vuelven un fin en sí mismas. (2020, párr. 23.)
Lo
anterior también está relacionado con la pérdida, es decir, no solo hemos de
reflexionar acerca de nuestra muerte, sino también sobre la de nuestros seres
queridos. Carrasco Conde (como se citó en Rubio Hancock,
2020) explica que esta ausencia es dolorosa, pero al recordar a las personas
que nos dejan, al hacer que protagonicen nuestros relatos, “el otro forma parte
de tu vida, de tu vivir” (párr. 24). La filósofa también señala que las
dificultades para despedirse de los seres queridos estos días pueden hacer
especialmente difícil esta transición Rubio Hancock,
2020.
Metodología
empleada
Estas
seis ideas, sustentan la propuesta de las autoras en torno a la problemática
abordada en esta investigación en la que la metodología empleada está
encaminada a la solución de problemas teóricos y prácticos. Para ello se
emplean, fundamentalmente los métodos de la investigación cualitativa.
Resultados y discusión
En este acápite se
transcriben testimonios de profesionales de la salud que se recogieron a través
de una evaluación parcial escrita, realizada durante el curso Filosofía y Ciencias
de la salud, que pueden servir de argumento al criterio de las autoras según el
cual: Se requiere mejorar la preparación de los profesionales, con herramientas
adecuadas, para formar un pensamiento crítico, el cual hoy es imprescindible
para reevaluar las condiciones sanitarias y sociales del mundo tras la pandemia.
Una de las residentes, médico del Hospital
General Provincial Camilo Cienfuegos en su respuesta del trabajo parcial,
expresó: “Existen tres principios fundamentales de la Bioética: la autonomía,
la beneficencia sin maleficencia y la justicia. Estos pueden interpretarse de
una forma diferente, de acuerdo al momento y a las características del lugar
donde se encuentre. La pandemia actual causada por el Sars-cov-2 evidencia esta
particularidad. Autonomía: Capacidad de los sujetos para establecer reglas de conducta
para sí mismos y en sus relaciones con los demás dentro de los límites que la
ley señala. Se ha visto afectada durante la Covid en
los siguientes casos: los confinamientos, la realización de PCR en sintomáticos
sin dar la opción de decidir al paciente, entre otros. Beneficencia: Acción y
efecto de hacer el bien a los demás. En el campo de los derechos humanos, la
protección de la vida y la integridad física constituyen el marco en el que
podemos ver reflejado este principio, evitando ausencia de cuidados. La Covid ha puesto de manifiesto este principio en, por
ejemplo, la selección de pacientes subsidiarios a UCI, empleo de tratamiento,
etc. No-maleficencia: El primero y más antiguo de los principios básicos de la
bioética. El principio de defensa de la vida física, que tiene su expresión
jurídica en el derecho a la vida, a la integridad física y a la salud. Está en
juego en esta pandemia, pues la Covid ataca
justamente a la salud y la vida de las personas. Debemos evitar intervenciones
innecesarias (traslados, tratamientos agresivos, fármacos de dudosa eficacia…),
tomar decisiones complicadas al final de la vida, etc. Justicia: Dar a cada
quien lo que corresponde. Este principio se presenta como central en la crisis
actual. Una asignación justa de recursos, maximizar los beneficios, tratar por
igual, dar prioridad a los más desfavorecidos, son algunos de los ejemplos de
este principio. Cuba, que exhibe una situación favorable en relación con la
pandemia al compararla con otros países mucho más ricos. La letalidad, un
índice incuestionable, resulta muy inferior a la de las Américas y del mundo.
El Profesor Durán, señaló que, aunque no se estaba conforme con la letalidad
actual, era un índice de la calidad del trabajo médico (que incluye a muchas
profesiones y perfiles laborales). Esto nos debe llenar de satisfacción y que
contribuye, además, a que se siembre ese necesario sentimiento de autoestima y
de modesto orgullo nacional: Para no subestimarnos ante los aparentemente más
desarrollados”.
Entre los testimonios tomados como muestra
para el presente estudio, está la de una residente del Hospital Pediátrico
Provincial, la cual refiere lo siguiente: “La salud no puede separarse de una
serie de elementos ambientales, entre los que se incluyen los nocivos de la
vivienda y sus alrededores. En este sentido de responsabilidad se intenta
reclamar a la reflexión bioética sobre los actos del hombre común y corriente,
ese que debe tener concebido un conjunto de principios éticos y morales sobre
cómo interactuar con el medio ambiente que le rodea, traducido en salud,
bienestar y calidad de vida de los seres vivos. Entre los estudios con enfoque ecosistémico se puede mencionar lo relacionado con el
hábitat de los pacientes. La Bioética ayuda a reflexionar acerca de cómo
encontrar las soluciones más viables, en función de la protección del hombre y
su hábitat natural, para el continuo mejoramiento de la calidad de vida del
grupo familiar”. Partiendo de estos dos grandes argumentos, refiere la
residente, “me atrevo a señalarme que no fueron cumplidos en su totalidad, al
paso de esta terrible situación de la pandemia Covid
19. En mi municipio, en el cual me desempeñaba como asesora municipal del
programa materno infantil, importante programa que tuvo grandes heridas para llevarlo
a cabo, no se interrumpieron las atenciones médicas ni de niños ni embarazadas,
pero por mal manejo de recursos, carecimos de medicamentos y transportación
para una mejor asistencia médica, los errores de comunicación empeoraron muchas
situaciones de madres desesperadas; por así decirlo, por lo que la calidad de
vida se vio muy afectada. El enfrentamiento con las organizaciones de masa y
gobernantes que por mucho que trataban no encontraban los métodos adecuados
para lograr estabilizar la situación, el poco sentido de pertenencia, el miedo
y la indisciplina social trajo consigo que muchos niños y embarazadas
enfermaran. Se trabajó con mucha dedicación y amor en varios escenarios, no
dejamos de trabajar quizás en 48-72 horas continuas sin descanso, sin ver
nuestros hijos y andando por campos, lugares intrincados buscando esas familias
y brindándole nuestra atención. Fueron días inolvidables, en las malas y en las
buenas, con noticias desfavorables casi a diario, pero ninguno de mis
pediatras, ginecostetras, enfermeras y médicos
generales que directamente se encontraban trabajando en este programa dejamos
de doblegar nuestras fuerzas. Tropezando con obstáculos, limitaciones y
necesidades. Siempre adelante quizás lo pudimos haber hecho mejor, pero si aprendimos,
aprendimos de humanidad, honradez, amor a la familia y al pueblo de Cuba en
general”.
Otro de los testimonios, es el de un residente
del
Hospital Camilo Cienfuegos, quien expresa que: “la bioética es el estudio
de los aspectos éticos de las ciencias de la vida (medicina y biología
principalmente), así como de las relaciones del hombre con los demás seres
vivos. Es la rama de la ética dedicada a promover los principios para la
conducta más apropiada del ser humano con respecto a la vida, así como al
ambiente en el que pueden darse condiciones aceptables para la misma. La
Bioética Medica, es la rama de la ética que se ocupa de los asuntos de orden
práctico relacionados con la ciencia médica, entendida como la atención de
enfermos y los problemas que se pudieran derivar de ello, pero además de otra
serie de situaciones de diferente complejidad, como, por ejemplo, reproducción
asistida, eutanasia, trasplante de órganos, aborto, orden de no reanimación y
retirada de tratamientos. Es aquí donde se produce la tensión entre el mundo de
los hechos, avances tecnológicos y datos concretos, respecto del mundo de los
valores y principios morales. Durante la fase de cuarentena originada por la
ola de contagios por Covid muchos fuimos llamados
para brindar asistencia médica a pacientes hospitalizados en las zonas rojas.
Ahí fue, desde mi propia experiencia y humilde opinión, donde se puso en
práctica nuestra máxima capacidad, talento, habilidades y a la vez experimentar
nuestro lado más humano. Fue ahí donde por primera vez me llegué a cuestionar
si había hecho bien al escoger esta profesión que tanto amo y que tanto
sacrificio conlleva, donde por primera vez llegué a dudar de mis capacidades
como médico y donde la vida y la muerte adquirieron un nuevo significado para
mí. Aquellos días de trabajo agotador e interminable, procurando ayudar a cada
uno de los pacientes que atendíamos, en ocasiones al borde del colapso, no solo
de los servicios sino de nuestra capacidad y rendimiento tanto físico como
mental, es algo que no olvidaré jamás. Sin embargo, a pesar de la inmensa
tristeza que me genera el recordar cuántas vidas humanas se perdieron siempre
debemos quedarnos con lo positivo; el conocimiento adquirido, así como el
desarrollo de nuestros valores humanos”.
Una residente del Hospital de Rehabilitación
Faustino Pérez de Sancti Spíritus, expresó: “quisiera dejar plasmado en este
documento mi desempeño durante el enfrentamiento a la Covid.
Luego de realizar mi prueba estatal y terminar satisfactoriamente mi carrera,
me asignan esta importante misión. En aquel entonces me encontraba trabajando
como Médico no especializado en la Universidad de Ciencias Médicas, la cual
prestaba servicio como Centro de Aislamiento con 300 camas disponibles y 6
médicos al frente (2 especialistas y 4 recién graduados) para atender a
pacientes positivos. En la misión que me fue otorgada cumplí varias tareas
como: recibir e ingresar a los pacientes, realización de entrevista médica,
pases de visita, examen físico a los pacientes siempre respetando el pudor y
bajo todas las medidas de protección requerida, registro y actualización de las
historias clínicas, toma de muestra para PCR, cumplimiento del protocolo
establecido, remisión de pacientes graves y además indicar varias orientaciones
generales y de prevención una vez dada el alta clínica. En aquellos momentos
era mucho el desconocimiento que presentaban todas las unidades de salud, así
como también el miedo y la inexperiencia de muchos médicos; pero a pesar de
ello, nunca faltó las ganas de dar el paso al frente para ayudar a nuestro país
cuando más nos necesitaba. El amor a nuestra profesión y los deseos de mejorar
la situación existente, aun así, bajo el agotamiento físico y psicológico que
presentábamos los profesionales de la salud, y además el miedo de contagiarnos
o contagiar a nuestros familiares al regresar al hogar, nunca nos rendimos. Me
mantuve trabajando en ese centro por 2 meses. Luego me trasladaron para un
Centro de Vacunación ubicado en la misma Universidad, donde se encontraban
vacunando a los trabajadores, estudiantes de medicina, licenciados y tecnólogos
de la salud con las vacunas Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus correspondiente
a cada grupo etario. Allí realicé la supervisión y vigilancia de todo el
proceso con mucha disciplina, responsabilidad y ética profesional cumpliendo
con todas las tareas asignadas. En resumen, la pandemia de Covid
19 trajo consigo un duro cambio para todas las instituciones y profesionales de
la salud que se mantuvieron firmemente enfrentando la situación, pero la
decisión y la fe de cada médico cubano vencieron el miedo y la incertidumbre y
cumplieron la tarea salvar vidas humanas”.
Un residente del Centro Provincial de Higiene
y Epidemiología refiere: “A comienzos del 2020 se realizó el primer encuentro
de capacitación provincial sobre Covid, algo nuevo y
novedoso para nuestros profesionales. Que muy pronto se pusieron en práctica
cuando Trinidad reportó los primeros casos de la provincia. El 6 de septiembre
del 2020 se nos comunicaba de 3 contactos de casos positivos, que residían en
nuestra comunidad. Comenzábamos por primera vez a enfrentar de cerca a la
Covid-19, Como jefe del departamento aun siendo MGI, nos trasladamos al lugar
para comenzar a realizar todas las acciones de salud que correspondían a un
control de foco y como estaba descrito en los protocolos, ya el día 8 de
septiembre teníamos los 3 primeros casos de Covid en
nuestra área de salud. Ya desde ese mismo instante quedó demostrado que no se
necesitan de tantas personas en un equipo de respuesta rápida, como se había
planificado. Menos personas a exponer. Pero sí, de recursos para trabajar como
el transporte. Siempre desde el departamento se organizaba el trabajo hacia los
Consultorios Médicos de la Familia y con retroalimentación de ellos, de todo el
sospechoso que se detectaba para iniciar las acciones de salud oportuna,
objetiva y evitar la propagación en nuestra área. Los cambios continuos, casi
semanales en los protocolos de actuación, el poco recurso de oficina, así como
modelaje para trabajar complicaban más el trabajo, pero nunca se dejó de
realizar. Unas de las medidas nacionales más importantes fue el control de
fronteras, pues este paso en nuestra provincia nunca fue de control, lo que
propiciaba la continua entrada de casos positivos y sospechosos de diferentes
provincias y municipios. Ni viendo como Ciego de Ávila se complicaba, se
tomaron medidas al respecto. Pues por ahí comenzó de la explosión de la Covid en mi municipio, incluso la humana colaboración de
traer pacientes a atender en nuestro territorio. Desde el mes de julio ya se
pronosticaban de 8 a 12 semanas intensas con colapsos en las unidades de salud,
como sucedió. El trabajo ordenado y detallado desde la oficina hasta el
consultorio médico se deterioró por el cúmulo diario y tan elevado de pacientes
positivos, las indisciplinas y la falta de rigor para hacer cumplir medidas de
control ayudaban a la propagación de la enfermedad. La llegada de la vacunación
con Abdala en el mes de septiembre, fue sin dudas lo que empezó a poner fin a
la Covid, el decreciente número de casos se hacía
notar, se perdía el temor en la población, y el 26 de noviembre nuestra área de
salud reportaba el último caso del año. En todo este tiempo y después de mi
jornada laboral salía diario a visitar pacientes sintomáticos incluso positivos
que no querían ingresar, o que otros médicos no los venían a ver por temor o
porque no había, en muchas ocasiones hasta altas horas de la noche. Examinar de
cerca, auscultar, medir oxígeno en sangre. El no usar traje especial o ropa
verde no ponía distancia con el paciente y su familia, y siempre trasmitiendo
seguridad, esperanza y sin correr riesgos con la atención oportuna, daba
tranquilidad al paciente. Nunca estuve preocupado por contagiarme o enfermar a
los míos en casa, sabía lo que hacía. De esta experiencia epidémica me sentí
más humano, quizás hasta mejor médico”.
Seguidamente el testimonio de una residente de
terapia intensiva: “Los meses de julio y agosto del año 2021, habitual período
para el disfrute del verano, se convirtieron para los cubanos en un verdadero
infortunio debido a la propagación de la cepa delta de la Covid,
aunque hoy el panorama sea bien distinto gracia a Dios. En la retina de todos
los ciudadanos, los que se convirtieron en pacientes y fundamentalmente en la
memoria de todos los médicos que se enfrentaron a esta dura batalla, quedará el
recuerdo de policlínicos saturados de pacientes para hacerse el test rápido de antígenos,
después de que el virus se esparciera como pólvora, sin permitir antes, que el
territorio alcanzara los niveles necesarios de inmunidad por vacunas. Por
centenares se contaban los fallecidos, dura prueba que el sistema de salud y
las autoridades políticas y de Gobierno debieron sortear con ingenio y, sobre
todo, con mucho corazón. Para los médicos que estuvimos en primera línea
luchando contra tan fatal situación esos fueron unos duros meses de
desesperación; recuerdo que fueron días sin dormir, noches sin siquiera poder
descansar al menos unas horas, días que se convirtieron en semanas, semanas que
se volvieron meses, meses de no ver a nuestros seres queridos, de no
abrazarlos, de no comer adecuadamente, de no sonreír, de trabajar sin cesar por
salvar vidas aún ante la amenaza que eso suponía ante la nuestra, de
enfrentarnos a la poca disponibilidad de recursos, a la saturaciones de los
cuerpos de guardia del hospital, de ver abarrotados las salas, los pasillos, de
escuchar día y noche las súplicas de los pacientes pidiendo por asistencia
médica, de ver las caras tristes, desesperadas y dolorosas de aquellos a los
que muchas veces poco a poco se les iba la vida, y otros a los que ni siquiera
les daba tiempo de ser vistos por nosotros pues tan cruel enfermedad les
arrebataba sus sueños en cuestiones de minutos; los médicos no solo nos
enfrentamos a esta devastadora situación a través de la medicina, sino que,
fuimos para muchos de esos pacientes durante mucho tiempo, sus familiares más
allegados, su refugio durante todo el proceso de recuperación, pero también
fuimos los últimos que en muchas ocasiones vimos respirar por última vez a aquellos que luchaban con desesperación por
prolongar sus años de vida, a esos que se aferraban tan fuerte a la esperanza,
que te hacían pedazos el corazón cuando partían, pero, el no poder despedirlos,
guardarles luto, el no tener apenas unos minutos para recordarlos, pues otros
necesitaban de nuestros cuidados y debíamos entonces seguir luchando por
preservar la vida de todos aquellos que se encontraban en iguales o peores
condiciones, fue una de la experiencias más amargas y desagradables a la que
nos hemos enfrentado todos los médicos, y me incluyo , durante la vida de
profesionales. La pandemia ha dejado a familias incompletas, camas vacías,
mesas con los platos puestos, padres sin hijos, hijos sin padres, personas que
de una forma u otra han perdido seres queridos, amigos, vecinos, compañeros,
esposos. Ha sido una terrible situación que nos demostró una vez más que solo
la unión nos hace fuerte. Pero a pesar de ello creo que la bioética estuvo
presente en cada actuar de los médicos y enfermeras pues intentamos respetar
cada uno de los principios de justicia, beneficencia, no maleficencia y
autonomía de la mejor manera posible”.
Las autoras agradecen los testimonios
ofrecidos ya que permitieron arribar a importantes conclusiones que posibilitan
validar la pertinencia de la propuesta.
De las 118 opiniones vertidas por residentes de 27 especialidades
médicas que asistieron al curso de Filosofía y Ciencias de la salud en la fecha
comprendida desde el 14 de diciembre de 2021 al 1 de marzo de 2022, se puede
concluir, que el curso impartido permitió mejorar los conocimientos incipientes
que tenían sobre bioética, sin embargo, quedaron vacíos que deberán ser
complementados con futuras conferencias, seminarios, talleres, entrenamientos
que les permita actuar conscientemente ante una determinada situación, así como
proveerlos de herramientas: jurídicas, dirección, toma de decisiones,
administración de recursos humanos, y otras para que no quepa espacio a la
duda, la improvisación, o al intento de salvar una vida o resolver determinada
situación, pues en medicina, las improvisaciones cuestan vidas.
Propuesta
de mejora del Curso de Filosofía y Ciencias de la salud
La propuesta de mejora del Curso de Filosofía
y Ciencias de la salud para los residentes de la Universidad de Ciencias
Médicas de Sancti Spíritus tiene como antecedentes investigaciones realizadas
sobre la enseñanza de la Filosofía en Cuba (Beltrán Marín et al., 2018 y
Beltrán Marín et al., 2020) y como premisa se basa en las seis herramientas
para poner en práctica el pensamiento crítico que se necesita en la sociedad pospandemia que fueron mencionadas anteriormente. En consecuencia,
se propone modificar los nueve temas del programa actual del curso y dejar seis
temas.
El programa vigente está conformado por los
siguientes temas: La filosofía como forma teórica de apropiación
práctico-espiritual de la realidad; Lo humano en la teoría marxista del
desarrollo social. Cultura e identidad; La dialéctica materialista acerca de
las peculiaridades del conocimiento humano; La Teoría de la Salud como
disciplina científica; La Organización de la Salud; Dimensión de lo biológico y
lo social en la enfermedad; La salud como problema global de la humanidad;
Medicina popular y religión; Problemas actuales del mundo contemporáneo.
En su lugar se proponen seis temas que tienen
el objetivo general de promover el debate y el diálogo interdisciplinar entre
la medicina, filosofía y la ética para desarrollar el pensamiento crítico.
1.
La investigación científica: investigaciones
en ciencias básicas y aplicadas desde
el enfoque de las ciencias biomédicas, sociales y otras. Extensión de la
investigación a todas las unidades de salud.
2.
Tecnología y soberanía tecnológica.
Infraestructura, Tecnología de la información y las comunicaciones. Productos y
servicios (medicamentos, tecnologías y programas), concepción de ciclo cerrado.
3.
Filosofía, ética,
bioética y justicia social. Dialogo interdisciplinar entre la medicina,
filosofía y la ética.
4.
Bioética y bioderecho
su relación con las ciencias. Principios bioéticos.
5.
La atención al paciente grave y en estado
terminal: cuestiones ético-jurídicas. Principio y final de la vida.
6.
Sistema de salud global: cooperación global y
respuestas globales para mejorar el mundo.
Esta propuesta pretende dotar a los residentes
de la Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus de las herramientas
adecuadas para mejorar su formación profesional y asumir el reto que les
corresponde en la sociedad tras el paso de la pandemia.
Conclusiones
La salud es el resultado de complejos factores
de la vida social, económica y cultural que, sumados a una situación de
desigualdad e injusticia, hacen del problema bioético de la salud y la calidad
de vida un problema político de justicia y bienestar social.
Se hace necesario abordar los efectos
negativos de la pandemia desde un enfoque de la justicia social y la bioética,
que busque prioridad al bienestar y la seguridad con igualdad y equidad de las
víctimas directas e indirectas de los estragos de la Covid.
Para lograr esta reevaluación de la sociedad pospandemia
se requiere de personas en capacidad de asumir y poner en práctica el pensamiento
crítico.
En el estudio realizado se evidencia que no es
suficiente la preparación que poseen los profesionales de la salud en Sancti
Spíritus para reevaluar la situación de la sociedad pospandemia,
por lo que se requiere mejorar sus capacidades formativas a través de
herramientas diseñadas para poner en práctica su pensamiento crítico, en
consecuencia, se necesita invertir mayores recursos en investigación científica
a nivel local y territorial.
Se propone modificar el programa del curso
Filosofía y Ciencias de la Salud vigente y en su lugar abordar temas que
amplían el diapasón de conocimientos científicos y tecnológicos de los
profesionales de la salud, tales como: La investigación científica, la
soberanía tecnológica, la filosofía, ética, bioética y justicia social y el
sistema de salud global, la cooperación global y las respuestas globales para
mejorar el mundo.
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sobre la pandemia. Verne El País.
https://verne.elpais.com/verne/2020/05/22/articulo/1590144101_955396.html
Conflicto de intereses Los
autores declaran no tener conflictos de intereses. |
Contribución de los autores
ALBM: Concepción de la idea, búsqueda y revisión de
literatura, confección de instrumentos, aplicación de instrumentos,
recopilación de la información resultado de los instrumentos aplicados,
análisis estadístico, asesoramiento general por la temática abordada y
redacción del original
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