Recibido: 25/4/2025, Aceptado: 26/6/2025, Publicado: 4/7/2025
Volumen 28│ Enero -Diciembre, 2025 |
Ensayo
Pensamiento crítico, bioética, filosofía en la formación de
profesionales de las Ciencias de la Salud
Critical thinking, bioethics and philosophy in the training of health
sciences professionals
Mauro
Chuspa Guaman¹
E-mail: maocubita@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0008-1560-6159
Katherine Pérez Beltrán2
E-mail: kathyperezbeltran@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-4849-5706
Anna Lidia Beltrán Marín3
E-mail: annalidiabeltranmarin@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-9527-0083
¹ Universidad Nacional de Chimborazo. Ecuador.
2 Policlínico
Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba.
3 Instituto Superior de
Relaciones Internacionales. La Habana, Cuba.
___________________________________________________________
¿Cómo
citar este artículo? (APA, Séptima edición)
Chuspa Guaman, M., Pérez
Beltrán, K. y Beltrán Marín, A. L. (2025). Pensamiento crítico,
bioética, filosofía en la formación de profesionales de las Ciencias de la
Salud. Pedagogía y Sociedad, 28, e1954. https://revistas.uniss.edu.cu/index.php/pedagogia-y-sociedad/article/view/1954
____________________________________________________________________
RESUMEN
Este estudio tiene como punto de
partida la formación de profesionales de las ciencias de la salud basada en el
principio de la educación en el trabajo, partiendo de la premisa de que el
desarrollo del pensamiento crítico en los estudiantes les permitirá una mejor
preparación para enfrentar los desafíos de la sociedad contemporánea. Se
presentan varios autores que han abordado esta problemática. Posteriormente, se
esboza una propuesta de un paradigma basado en la integración del pensamiento
crítico, la bioética y la filosofía en la formación de profesionales de las
ciencias de la salud, combinando la educación en el trabajo y la formación
tradicional en estas disciplinas. El objetivo de este ensayo es desarrollar un
enfoque combinado que integre pensamiento crítico, bioética y filosofía en la
formación de profesionales de la salud, aplicados tanto al paradigma de
educación en el trabajo como a la combinación de este principio con el
tradicional, en el contexto socioeducativo actual. El
resultado es un análisis de las oportunidades que ofrece la combinación de
saberes en la formación de estos profesionales. Las conclusiones subrayan la
necesidad actual de una formación que armonice los saberes tradicionales con el
pensamiento crítico, la filosofía y la bioética.
Palabras
clave: bioética; ciencias médicas; educación en el trabajo;
filosofía; pensamiento crítico
ABSTRACT
This study takes as its starting point the training of health sciences
professionals built on the principle of work-based learning, emerging from the
premise that the development of critical thinking in students will allow them
to be better prepared to face the challenges of contemporary society. Several
authors who have addressed this issue are presented. Subsequently, a proposal
is outlined for a paradigm based on the integration of critical thinking,
bioethics, and philosophy in the training of health sciences professionals,
combining work-based learning and traditional training in these disciplines.
The objective of this essay is to develop a combined approach that integrates
critical thinking, bioethics, and philosophy into the training of health
sciences professionals, applied both to the work-based learning paradigm, and
to the combination of this principle with the traditional one, in the current
socio-educational context. The result is an analysis of the opportunities
offered by the combination of knowledge in the training of these professionals.
The conclusions underscore the current need for a training approach that
harmonizes traditional knowledge with critical thinking, philosophy, and
bioethics.
Keywords: bioethics; critical thinking; medical sciences; philosophy; work-based
learning
Introducción
La COVID-19 ha constituido
un reto significativo para los sistemas de salud en el mundo, reveló fortalezas
y debilidades en la formación de estos profesionales. Este ensayo explora cómo
la integración del pensamiento crítico, la bioética y la filosofía en el
paradigma de educación en el trabajo y la formación tradicional puede preparar
mejor a los egresados de las carreras de la salud para enfrentar crisis
similares en el futuro. A través de una reflexión sobre las lecciones
aprendidas durante la pandemia, se argumenta que un enfoque educativo combinado
es necesario para garantizar una práctica médica competente, ética y resiliente.
La pandemia aportó valiosas
lecciones para la educación superior, especialmente en las ciencias de la salud,
destacándose la necesidad de que las instituciones educativas se adapten
rápidamente a nuevos métodos de enseñanza, la educación a distancia y el uso
intensivo de tecnologías digitales, demostrándose la importancia de ser
flexibles y adaptables en tiempos de crisis.
Se ha acelerado la adopción
de tecnologías en la educación, en la que herramientas digitales complementan y
enriquecen la enseñanza tradicional y la educación en el trabajo. Los dilemas
éticos y las decisiones basadas en evidencias durante la pandemia han resaltado
la necesidad de formar profesionales con habilidades de pensamiento crítico y
una sólida base en bioética. Ha subrayado la importancia del bienestar mental y
emocional de los estudiantes y profesionales, promoviendo un enfoque holístico
en la educación que incluye apoyo psicológico y emocional. Así como el valor de
la colaboración interdisciplinaria y el trabajo en equipo, tanto en la
formación académica como en la práctica clínica.
Estos aprendizajes no solo
han mejorado la respuesta inmediata a la crisis, sino que también han preparado
a las instituciones y a los futuros profesionales para enfrentar desafíos futuros
de manera más eficaz y resiliente. Entre los autores
que han aportado a esta problemática se pueden mencionar:
ü González-Flores y Luna de la Luz (2019), analizan las innovaciones en el currículo y la didáctica de la educación
médica, la integración de pensamiento crítico y bioética.
ü Pinilla Roa (2018), expone la relevancia de la educación en ciencias de la salud y cómo se
ha transformado en los últimos años.
ü Hernández-Sarmiento et al. (2020),
investigaron sobre la importancia de la
educación en salud para influir positivamente en los conocimientos y prácticas
de la población.
Algunos autores que han
trabajado recientemente en la integración del pensamiento crítico, la bioética
y la filosofía en la formación de profesionales de las ciencias de la salud,
basándose en los principios de la educación en el trabajo son:
Valdés Pérez et al. (2020), aborda cómo la educación bioética puede fomentar el pensamiento
crítico en los estudiantes de ciencias médicas.
Sánchez-Mendiola (2019), explora cómo se enseña y evalúa el pensamiento crítico en los
programas de formación de profesionales de la salud.
Autores recientes que han
abordado la problemática de integrar el pensamiento crítico, la bioética y la
filosofía en la formación de profesionales de las ciencias de la salud,
especialmente dentro del paradigma de la educación en el trabajo, entre los que
se encuentran Umpiérrez Perciante
y Piovesan Suárez (2010). Estrada Zapata (2020), en
su trabajo reconoce la importancia del pensamiento crítico en la formación de futuros
enfermeros.
Se investiga además cómo
integrar el pensamiento crítico y la bioética en la educación de los
profesionales de la salud mediante enfoques integrativos y el uso de estudios
de casos y se evalúa la
importancia de incorporar la filosofía y la ética en la educación médica para
mejorar la formación integral de los profesionales de la salud. El objetivo de
este trabajo es desarrollar un enfoque combinado que integre pensamiento
crítico, bioética y filosofía en la formación de profesionales de las ciencias
de la salud, aplicados tanto al paradigma de educación en el trabajo como a la
combinación de este principio con el tradicional, en el contexto socioeducativo
actual.
Desarrollo
La obra de Dewey (1933) es
una excelente referencia sobre el pensamiento crítico y la educación, merece
ser considerado en el presente estudio. Este autor consideraba que la educación
debía preparar a los individuos para participar activamente en una sociedad
democrática. El pensamiento crítico es esencial para la toma de decisiones
informadas y la participación cívica.
Ruixue (2021), en sus principales representaciones aborda las teorías de
aprendizaje de Jean Piaget, Lev Vygotsky y Bruner y su influencia en la
enseñanza; señala además, que el pensamiento crítico tiene sus principales
fundamentos teóricos en el constructivismo.
Tanto,
esos estudios de Ruixue (2021) como el de Dewey
(1933), proporcionan una visión general de las teorías de desarrollo cognitivo
y constructivista y discuten sus implicaciones educativas.
Así mismo, Piaget (1952) en
su obra aborda lo que posteriormente se considera la base del constructivismo.
Estas teorías se centran en cómo los estudiantes construyen activamente su
conocimiento a través de la interacción con su entorno y la colaboración con
otros. El pensamiento crítico es promovido cuando los estudiantes son animados
a cuestionar, investigar y reflexionar sobre lo que están aprendiendo.
La
pedagogía crítica de Paulo Freire (2015), enfatiza la importancia de la educación como herramienta de liberación
y empoderamiento. Este autor argumenta que los estudiantes deben ser co-creadores del conocimiento y no receptores pasivos,
desarrollando así su capacidad crítica para cuestionar y transformar su
realidad.
Por su parte, J. G. Brooks & M. G. Brooks (1993),
ofrecen una visión general del constructivismo y cómo se aplica en el aula para
fomentar el pensamiento crítico.
Espinar Álava y Vigueras
Moreno (2019), reflexionan sobre la teoría
del aprendizaje experiencial de David Kolb (1984)
y sostienen que este es un proceso cíclico de experiencias, reflexión,
conceptualización y experimentación. El pensamiento crítico se desarrolla a
través de la reflexión sobre experiencias pasadas y la aplicación de nuevas
ideas.
En la obra de Kolb (1984), se describe el aprendizaje como un proceso
cíclico que incluye cuatro etapas: experiencia concreta, observación reflexiva,
conceptualización abstracta y experimentación activa (Espinar Álava y Vigueras
Moreno, 2019).
La teoría de la autorregulación, de Albert Bandura (1986), se centra
en la capacidad de los estudiantes para regular su propio aprendizaje,
estableciendo metas, monitoreando su progreso y adaptando sus estrategias. El
pensamiento crítico es clave para evaluar y ajustar estos procesos.
En el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP),
este enfoque pedagógico involucra a los estudiantes en la solución de problemas
reales, fomentando el pensamiento crítico y la aplicación de conocimientos
interdisciplinarios para encontrar soluciones. Se destacan los trabajos de Restrepo
Gómez (2019), Espinoza Freire (2021), Lozano-Ramírez (2021) y Coronel Tello et
al. (2023).
Según el enfoque socio-cognitivo de Lev Vygotsky
y Jerome Bruner, se enfatiza la importancia de la interacción social y el
lenguaje en el desarrollo del pensamiento crítico. Los estudiantes aprenden a
través de la mediación de adultos y compañeros más capaces (Vielma Vielma y Salas, 2000).
Entre las publicaciones más
recientes sobre esta problemática se pueden mencionar la investigación
realizada por Le & Nguyen
(2024), los que exploran cómo el constructivismo social puede mejorar las
habilidades de pensamiento crítico y lectura en estudiantes de segundo idioma.
Vielma Vielma y Salas (2000), discuten las bases del constructivismo y su importancia en la teoría
del aprendizaje, incluyendo las contribuciones de Vygotsky y Bruner
Para la presente exposición se ha considerado que el desarrollo de
habilidades metacognitivas ayuda a los estudiantes a
ser conscientes de sus propios procesos de pensamiento y a desarrollar
estrategias para aprender de manera más efectiva. Algunos artículos relevantes
sobre este tema son los de:
Rivero Galeano et al. (2020) en el trabajo relacionado con las estrategias metacognitivas,
ofrece una visión general de cómo estas pueden mejorar la calidad del
aprendizaje en estudiantes de secundaria.
Asimismo
Rivas et al. (2022), exploran cómo las
estrategias metacognitivas pueden desarrollar el
pensamiento crítico en estudiantes universitarios. Además Barría Jeréz et al. (2022), expresan la relevancia de considerar
los estilos de aprendizaje y el dominio de habilidades metacognitivas
para lograr aprendizajes profundos y significativos en estudiantes de educación
superior.
Sin
embargo, Anar Popandopulo
et al. (2023), consideran cómo estas
habilidades pueden ser evaluadas y mejoradas en el contexto de la educación
moderna. El estudio se centra en la
relación entre los estilos de aprendizaje, los niveles de metacognición
y el rendimiento en la Práctica Profesional de estudiantes chilenas del Técnico
Universitario en Educación Parvularia.
Apple & Weis (1986), examinan las prácticas de
enseñanza que fomentan la justicia social y el pensamiento crítico en las
aulas.
También existe una
publicación reciente que aborda esta problemática, la cual hacen alusión a la teoría crítica de la educación,
influenciada por la Escuela de Frankfurt, que se centra en analizar y criticar
las estructuras sociales y culturales que afectan la educación, promueve el
pensamiento crítico como una herramienta para desafiar y transformar estas
estructuras y explora cómo la pedagogía crítica puede empoderar a los
estudiantes en el contexto de la educación superior (Darder et al., 2024).
Viera Torres (2003),
estudia la teoría del aprendizaje significativo
propuesta por David Ausubel, el cual sugiere que el aprendizaje es más efectivo
cuando los estudiantes pueden relacionar nueva información con conocimientos
previos. El pensamiento crítico ayuda a los estudiantes a hacer estas conexiones
y a comprender mejor el contenido.
Otro de los estudiosos de
esta teoría es: Rivera Muñoz (2004), quien
aborda el aprendizaje significativo y su evaluación en el contexto del
constructivismo. También hace referencia a esta teoría en sus investigaciones Contreras Oré (2016), quien escribió sobre la relación
del aprendizaje significativo con otras estrategias educativas.
Sin embargo, Gardner (1983,
1993), sugiere que existen diferentes tipos de inteligencia y que el
pensamiento crítico es una habilidad que puede desarrollarse y fortalecerse a
través de diversas actividades educativas. Asimismo, en el 2023, este autor realiza una síntesis de su trabajo sobre
la teoría de las inteligencias múltiples y su evolución. Sugiere que el
pensamiento crítico puede fortalecerse a través de actividades educativas que
fomenten el análisis, la reflexión y la resolución de problemas. Estas actividades
pueden incluir debates, proyectos de investigación y el uso de estrategias de
aprendizaje activo.
La literatura científica
contemporánea ha abordado diferentes enfoques que proporcionan una base sólida
para la integración del pensamiento crítico en la educación, promoviendo no
solo la adquisición de conocimientos, sino también la capacidad para
analizarlos, evaluarlos y aplicarlos de manera significativa. Entre los
trabajos recientes que estudian los fundamentos teóricos y pedagógicos del
pensamiento crítico se pueden mencionar: Collazos Alarcón et al. (2018), Vendrell
i Morancho, y Rodríguez Mantilla (2020), Olmos Gómez
(2022) y Mina Urrutia (2024), todos ellos analizan el pensamiento crítico
basado en: su concepción multidisciplinaria, las confluencias e influencias
mutuas, la revisión sistemática que explora cómo se puede fomentar este
pensamiento en estudiantes de educación básica y superior, así como en la
reflexión de la práctica pedagógica.
Para formar profesionales
de la salud sensibilizados con las condiciones de la contemporaneidad, el
pensamiento crítico es esencial en la combinación de la educación en el trabajo
y el modelo tradicional de formación en las ciencias de la salud, lo cual se basa
en la relevancia del pensamiento crítico, ya que permite a los estudiantes
analizar y evaluar la información que reciben tanto en el aula como en el
entorno laboral, lo cual es crucial para tomar decisiones informadas y basadas
en evidencia.
El pensamiento crítico
ayuda a identificar y evaluar diferentes opciones que se presentan en la
práctica clínica y a resolver problemas complejos que requieren soluciones
creativas y bien fundamentadas. La combinación de ambos enfoques fomenta la
adaptabilidad, ya que los estudiantes aprenden a aplicar sus conocimientos
teóricos en situaciones prácticas reales, adaptándose a diferentes contextos y
desafíos. Mejora las habilidades interpersonales, ya que los estudiantes
aprenden a comunicarse de manera efectiva, escuchar activamente y considerar
diferentes perspectivas.
Al desarrollar habilidades
de pensamiento crítico, los estudiantes están mejor preparados para enfrentar
los desafíos del mundo laboral, donde la capacidad de analizar y resolver
problemas es altamente valorada.
En su artículo Sánchez-Mendiola (2019), indaga cómo el pensamiento
crítico es esencial para la formación y práctica de los profesionales de la
salud.
Así mismo el boletín
editado por la Sociedad Española de Medicina de
Familia y Comunitaria (semFYC, 2022), destaca
la importancia de enseñar y evaluar el pensamiento crítico en los programas
educativos para profesionales de la salud.
Este trabajo se enfoca en
cómo esta habilidad es esencial no solo para el diagnóstico y tratamiento de
pacientes, sino también para la toma de decisiones éticas y la mejora continua
en la práctica médica. El pensamiento crítico en la educación médica se enseña
y evalúa a través de diversas metodologías, como estudios de caso, simulaciones
clínicas, debates y la reflexión crítica, estas permiten a los estudiantes
analizar situaciones complejas, considerar múltiples perspectivas y desarrollar
soluciones innovadoras. Además, la evaluación del pensamiento crítico en los
estudiantes de medicina incluye herramientas como ensayos reflexivos, exámenes
basados en problemas y entrevistas estructuradas.
Por su parte, Zollner Ianni et al. (2017), en su estudio crítico titulado:
Pensamiento social en salud: un análisis
crítico de las obras clásicas del campo de la salud pública en Brasil, analizan
el trabajo de Donnangelo et al. (2017), quienes discuten cómo el pensamiento
crítico es fundamental para abordar problemas de salud pública y mejorar la
calidad de la atención sanitaria.
Además, se pueden plantear
algunas estrategias para fomentar el pensamiento crítico, entre las que destacan:
Debates y discusiones en el aula y en el entorno
laboral; Proyectos prácticos; Retroalimentación constante y constructiva. Estas
prácticas pueden implementarse en programas de educación en el trabajo, donde
universidades y hospitales han integrado el pensamiento crítico en sus
currículos, permitiendo a los estudiantes aplicar sus conocimientos en
situaciones reales. El uso de simulaciones clínicas proporciona a los
estudiantes la oportunidad de practicar y desarrollar sus habilidades de
pensamiento crítico en un entorno controlado. El pensamiento crítico es una
herramienta que mejora tanto la formación teórica como la práctica en las
ciencias de la salud, prepara a los estudiantes para ser profesionales
competentes y reflexivos.
El principio de educación en el trabajo es fundamental en las carreras de
ciencias de la salud, ya que integra la teoría con la práctica, permite a los
estudiantes aplicar lo aprendido en situaciones reales. Su objetivo es formar
profesionales competentes y éticos que puedan enfrentar los desafíos del campo
de la salud. Es beneficioso porque mejora las habilidades prácticas, el
desarrollo de la capacidad crítica y la preparación para la práctica
profesional.
En Cuba, la falta de
recursos y la coordinación entre instituciones requieren una rápida solución
ante las demandas reales de los enfermos y acompañantes. Se pone énfasis en la
educación en el trabajo para resolver, además, las carencias de fuerza de
trabajo, ya que existe una rica tradición en el empleo de esta modalidad de
formación en las carreras de perfiles de la salud.
La educación en el trabajo
puede impactar la salud pública, formando profesionales mejor preparados para enfrentar
problemas de salud comunitaria.
Existen estudios de caso que demuestran el éxito de
la educación en el trabajo en la formación de profesionales de la salud, entre sus principales
ventajas se encuentran la aplicación práctica de conocimientos, donde los
estudiantes pueden aplicar inmediatamente lo que aprenden en un entorno real, se
refuerza la comprensión teórica y mejora la retención de la información.
Además, se destaca el desarrollo de habilidades clínicas y sociales esenciales
para su futura carrera al interactuar con pacientes y otros profesionales de la
salud.
Formarse dentro del entorno
profesional también permite a los estudiantes familiarizarse con el ambiente
hospitalario o clínico, lo que facilita su transición al mundo laboral. Bajo la
supervisión o tutoría de profesionales experimentados, reciben retroalimentación
constante, lo que les ayuda a mejorar sus habilidades y corregir errores en
tiempo real.
Por su parte, la formación
tradicional proporciona una base teórica robusta, asegurando que los
estudiantes comprendan los conceptos fundamentales antes de aplicarlos. Sigue
un currículo estructurado y regulado que garantice una cobertura uniforme de
todos los temas necesarios, y se desarrolla en un entorno controlado donde los
ellos pueden aprender sin las presiones y urgencias de un entorno clínico real.
Conjuntamente, las universidades ofrecen acceso a recursos académicos, como
bibliotecas y laboratorios, que apoyan el aprendizaje y la investigación.
En este estudio se propone
la integración de ambos enfoques, que combinan la educación tradicional con la
educación en el trabajo ya que asegura que los estudiantes no solo entiendan
los conceptos fundamentales, sino que también puedan aplicarlos eficazmente en
su futura práctica profesional, ofrece una formación más completa y prepara
mejor a los estudiantes para los desafíos del mundo real en el campo de la
salud. Contribuyendo a una formación integral de los futuros profesionales de
la salud, enfocándose en la dimensión bio-psico-social del ser humano y el enfoque
clínico-epidemiológico.
Por su parte Pinilla Roa (2018), estudia el enfoque
pedagógico de la formación tradicional y cómo ha evolucionado para incluir la
educación en el trabajo, destacando la importancia de la práctica integradora y
el trabajo en equipo interdisciplinario. En el 1er Congreso
Internacional de Educación en Ciencias de la Salud (Gaceta
Facultad de Medicina, 2022), se discutió
sobre la educación híbrida en ciencias de la salud, y la tecnología como factor
clave en el desarrollo del aprendizaje durante la pandemia.
Lucero-González
et al. (2024), explica cómo la educación
interprofesional, que combina la teoría y la práctica, fomenta la colaboración
y el trabajo en equipo entre diferentes disciplinas de la salud.
Los autores del presente
artículo, exponen sus experiencias en la formación de profesionales y presentan
una propuesta que permite desarrollar un enfoque combinado que integra
pensamiento crítico, bioética y filosofía en la formación de profesionales de
las ciencias de la salud, aplicados tanto al paradigma de educación en el trabajo
como a la combinación de este principio con el tradicional.
Este enfoque combinado
asume que el pensamiento crítico, cuyo objetivo es fomentar la capacidad de
análisis, evaluación y resolución de problemas en situaciones de la vida real y
en el entorno clínico, puede implementarse a través de la educación en el
trabajo, ya que los estudiantes enfrentan casos clínicos reales donde deben
aplicar pensamiento crítico para diagnosticar, planificar tratamientos y tomar
decisiones bajo supervisión. A través de la formación tradicional, permite la
incorporación de debates y discusiones en clase, estudio de casos y ejercicios
de resolución de problemas en contextos simulados.
En esta propuesta, la Bioética, cuyo
propósito es desarrollar la sensibilidad ética y la capacidad para abordar
dilemas morales en la práctica médica, se puede implementar a través de la
educación en el trabajo mediante la integración de comités de ética y consultas
éticas durante la práctica clínica. Los estudiantes discuten y analizan dilemas
éticos con profesionales experimentados. En la formación tradicional, se
incluyen cursos específicos de bioética que cubren teorías y casos prácticos,
además de actividades como juego de roles y simulaciones de situaciones éticas.
La Filosofía,
cuyo objetivo es proveer una base sólida en lógica, ética y reflexión crítica
que soporte tanto el pensamiento crítico como la bioética, se implementa a
través de la educación en el trabajo mediante reflexiones y discusiones
filosóficas sobre casos clínicos y situaciones reales encontradas durante las
prácticas. En la formación tradicional, se imparten cursos de filosofía que
incluyen lógica, ética y epistemología, con un enfoque en cómo estos principios
se aplican a la medicina y la ciencia de la salud.
La integración de estos
tres componentes no solo complementa la formación, sino que también prepara a
los estudiantes para enfrentar la complejidad del entorno de la salud con una
visión integral y reflexiva. Basados en las experiencias de investigaciones
precedentes y en la práctica profesional, se propone un esquema de cómo se
podrían integrar estos elementos:
·
Cursos
Introductorios: Introducción al Pensamiento Crítico y Filosofía y Fundamentos
de Bioética.
·
Aplicación
Práctica:
casos
de estudio y análisis crítico en entornos controlados, debates éticos y
filosóficos sobre problemas médicos contemporáneos.
·
Educación en
el Trabajo:
prácticas
clínicas supervisadas con enfoque en la aplicación de pensamiento crítico,
bioética, filosofía, reflexiones grupales y tutorías sobre experiencias
prácticas.
·
Evaluación y
Reflexión:
Proyectos
integradores que requieren la aplicación de todos los conocimientos adquiridos,
exámenes y defensas de casos prácticos que aborden problemas reales y éticos
Esta combinación integrada
no solo forma profesionales altamente competentes en su campo, sino también
pensadores críticos, éticos y reflexivos, preparados para enfrentar los
desafíos dinámicos del mundo de la salud.
La combinación de saberes en la educación en el
trabajo y el modelo tradicional ha sido analizada por autores que consideran la
perspectiva más global como las orientaciones y exigencias de la formación
técnica y profesional en diferentes contextos sociales y económicos.
Los postulados anteriores
también han sido investigados desde la educación colaborativa o
interprofesional; Souza Elias
et al. (2017), al abordar este tema plantean que la
Organización Mundial de la Salud lo declara como un enfoque de enseñanza y
aprendizaje que reúne a estudiantes de dos o más profesiones para aprender
juntos, con el fin de mejorar la colaboración y la calidad del cuidado
La educación colaborativa
en las ciencias de la salud, también conocida como educación interprofesional,
es un enfoque innovador que busca mejorar la formación de los profesionales de
la salud mediante la colaboración entre diferentes disciplinas. Promueve el
trabajo en equipo, la comunicación efectiva y la toma de decisiones compartida,
lo que resulta en una atención médica más integral y de alta calidad. León Quispe et al. (2023), revisan cómo este influye en el aprendizaje y la formación de docentes.
Algunos beneficios de la educación colaborativa en
las ciencias de la salud:
·
Mejora de la
coordinación:
facilita la integración y fusión de conocimientos y habilidades entre
profesionales de diferentes disciplinas.
·
Atención
integral:
permite una atención médica más completa y centrada en el paciente, su familia
y la comunidad.
·
Desarrollo
de habilidades:
los estudiantes adquieren habilidades de trabajo en equipo y aprenden a
respetar y conocer las funciones de otras profesiones.
·
Calidad de
la atención:
contribuye a una atención de salud más segura y eficaz.
·
Preparación
para la práctica:
los estudiantes están mejor preparados para enfrentar situaciones complejas y
trabajar en equipos multidisciplinarios.
·
Educación
colaborativa: se relaciona de manera coherente con el tema objeto de este
estudio sobre la integración del pensamiento crítico, la bioética y la
filosofía en la formación de profesionales de las ciencias de la salud,
especialmente dentro del paradigma de la educación en el trabajo.
·
La
educación colaborativa y el pensamiento crítico: fomenta el intercambio de ideas y perspectivas
diferentes, lo que enriquece el proceso de análisis y evaluación crítica. Los
estudiantes aprenden a cuestionar y reflexionar sobre las opiniones y
conocimientos de sus compañeros, mejorando su capacidad de razonamiento
crítico.
·
Educación
colaborativa y bioética: trabajar en equipo permite a los estudiantes abordar
dilemas éticos desde múltiples puntos de vista, promoviendo una comprensión más
profunda y equilibrada de los principios bioéticos. La colaboración
interdisciplinaria es esencial para enfrentar los desafíos éticos en la
práctica médica.
·
Educación
colaborativa y filosofía: la filosofía en la educación colaborativa permite a los
estudiantes explorar preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la salud,
la enfermedad y la ética en un entorno de debate y reflexión conjunta. Esto
enriquece la formación de profesionales con una visión holística y crítica de
su práctica.
·
Aplicación
en la educación en el trabajo: La integración práctica en el
contexto de la educación en el trabajo, la colaboración entre estudiantes y
profesionales de diferentes disciplinas permite aplicar conocimientos teóricos
en situaciones reales. Esta práctica refuerza la importancia del pensamiento
crítico, la ética y la reflexión filosófica en la toma de decisiones clínicas y
la atención al paciente.
·
Beneficios
para la formación de profesionales: la educación colaborativa prepara a
los estudiantes para trabajar en equipos multidisciplinarios, una realidad en
la mayoría de los entornos de salud. Esto mejora la calidad de la atención y
fomenta un enfoque centrado en el paciente.
·
Enriquecimiento
del aprendizaje: la combinación de enfoques
colaborativos con el pensamiento crítico, la bioética y la filosofía
proporciona una educación más completa y robusta, desarrollando profesionales
capaces de enfrentar los desafíos complejos de la práctica médica moderna.
Se puede afirmar que la
educación colaborativa puede potenciar la formación de profesionales de la
salud al integrar principios críticos, éticos y filosóficos, tanto en la
educación en el trabajo como en el modelo tradicional.
Actualmente, la educación colaborativa e
interprofesional está siendo implementada en diferentes contextos para mejorar
la formación de los profesionales de la salud y la calidad de la atención
médica.
Así mismo Coll et al.
(2010), hace referencia a un modelo de aprendizaje multiprofesional
en ciencias de la salud en la Universitat Autónoma de Barcelona
(UAB), el que se ha implementado como un modelo educativo integrador que
aglutina los estudios de medicina, enfermería y fisioterapia en un mismo
contexto educativo, fomenta la colaboración y el trabajo en equipo desde la
formación inicial.
La práctica colaborativa interprofesional en salud: busca mejorar la calidad y seguridad
de la atención médica mediante la colaboración entre profesionales de
diferentes disciplinas. El trabajo colaborativo
interprofesional se ha promovido en el proceso de formación
profesional en la salud cubana, a través de actividades de extensión
universitaria, los estudiantes de diferentes disciplinas trabajan juntos en
equipos colaborativos, lo que les permite compartir conocimientos y
habilidades.
Conclusiones
Con el presente análisis se
ha demostrado la importancia de integrar el pensamiento crítico, la bioética y
la filosofía en la formación de profesionales de las ciencias de la salud. La
combinación de la educación en el trabajo con el modelo tradicional de formación
no solo enriquece el aprendizaje teórico-práctico, sino que también prepara a
los estudiantes para enfrentar los complejos desafíos del mundo real con una
visión crítica, ética y reflexiva.
El enfoque colaborativo e
interprofesional se revela como una estrategia fundamental para mejorar la
formación de los futuros profesionales de la salud, fomenta la integración de
conocimientos y habilidades, contribuye a una atención más integral centrada en
el paciente, su familia y la comunidad, promueve la comunicación efectiva, el
trabajo en equipo y la toma de decisiones compartida, elementos esenciales para
una atención de alta calidad y segura.
La educación en el trabajo,
combinada con la formación tradicional, proporciona una experiencia educativa
más completa. La aplicación práctica de los conocimientos teóricos en entornos
reales permite desarrollar habilidades clínicas y sociales esenciales,
familiarizarse con el entorno profesional y recibir retroalimentación constante
de profesionales experimentados, mejora sus competencias técnicas, fortalece su
capacidad para analizar, evaluar y resolver problemas en situaciones prácticas.
La integración de cursos
introductorios de pensamiento crítico, bioética y filosofía desde los primeros
semestres, y su aplicación práctica en los semestres intermedios y avanzados,
garantiza una formación progresiva y coherente. Los proyectos integradores y
las evaluaciones en los últimos semestres consolidan los conocimientos
adquiridos, prepara a los estudiantes para su futura práctica profesional.
La combinación de la
educación en el trabajo y el modelo tradicional, junto con un enfoque
colaborativo e interprofesional, resulta en una formación holística y robusta.
Los profesionales formados bajo este esquema serán competentes en sus respectivos
campos, pensadores críticos, éticos y reflexivos, capaces de enfrentar los
desafíos dinámicos del mundo de la salud con una perspectiva integral y
humanista.
Referencias Bibliográficas
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Conflicto de intereses Los autores declaran no tener
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