Recibido: 13/2/2025, Aceptado: 25/4/2025, Publicado: 10/6/2025
Volumen 28│ Enero-Diciembre,
2025
Revisión
bibliográfica
Heritage education: key
to the valorization of cultural heritage in contemporary contexts
Diamelis
Melendrez Vázquez1
E-mail: diamelism79@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-2269-2779
María Vázquez Morell2
E-mail: mvazquez@uniss.edu.cu
https://orcid.org/0000-0002-6132-1444
Rolando Enebral Rodríguez3
E-mail: enebral@uniss.edu.cu
https://orcid.org/0000-0003-0207-4647
¹ Oficina
del Conservador de la ciudad de Sancti Spíritus, Departamento de Investigaciones
Históricas y Aplicadas. Sancti Spíritus, Cuba.
2 Universidad de Sancti Spíritus “José Martí
Pérez”. Sancti Spíritus, Cuba.
Biografía del autor/a
¹Licenciada en Educación, especialidad Marxismo Leninismo-Historia, Máster en Ciencias de la Educación.
2Licenciada en Educación
Preescolar, Máster en Ciencias de la Educación y en Promoción de Salud. Profesora
Auxiliar.
3Licenciado en Educación
Artística, Máster en Ciencias Pedagógicas, Doctor en Ciencias Pedagógicas.
Profesor Titular.
___________________________________________________________
¿Cómo
citar este artículo? (APA, Séptima edición)
Melendrez Vázquez, D., Vázquez Morell, M. y Enebral
Rodríguez, R. (2025). La educación patrimonial: clave para la valorización del
patrimonio cultural en contextos contemporáneos. Pedagogía y Sociedad, 28, e1969. https://revistas.uniss.edu.cu/index.php/pedagogia-y-sociedad/article/view/1969
_____________________________________________________________________
El patrimonio cultural representa la identidad, la
memoria colectiva y los valores de una sociedad, preservando un legado
histórico que fortalece el sentido de pertenencia y permite comprender las
raíces sociales. Su protección garantiza que futuras generaciones puedan
valorarlo, lo que subraya la necesidad de integrarlo en procesos educativos
para formar ciudadanos críticos y responsables. El concepto de patrimonio ha
evolucionado desde sus orígenes en el derecho romano hasta ser reconocido como
pilar fundamental de la identidad cultural. Este análisis, apoyado en
contribuciones de diversos autores y organizaciones, explora los períodos
históricos que han moldeado su conceptualización, así como los criterios para
evaluar su impacto. Además, enfatiza el rol de la educación patrimonial como
herramienta clave para promover el compromiso social con su preservación,
abordando también los desafíos actuales en su implementación pedagógica y su perspectiva
integral sobre cómo la educación en patrimonio puede impulsar el desarrollo
sociocultural, vinculando pasado, presente y futuro mediante un enfoque crítico
y participativo. Por lo que la presente revisión tiene como objetivo analizar
la literatura existente sobre la educación patrimonial y su impacto en la
valorización del patrimonio cultural.
Palabras clave: identidad
cultural; patrimonio cultural; valorización
ABSTRACT
Cultural heritage represents the identity,
collective memory and values of a society, preserving a historical legacy that
strengthens the sense of belonging and provides an understanding of social
roots. Its protection guarantees that future generations will be able to value
it, which underscores the need to integrate it into educational processes in
order to form critical and responsible citizens. The concept of heritage has
evolved from its origins in Roman law to its recognition as a fundamental
pillar of cultural identity. This analysis, supported by contributions from
various authors and organizations, explores the historical periods that have
shaped its conceptualization, as well as the criteria for evaluating its
impact. It also emphasizes the role of heritage education as a key tool to
promote social commitment to its preservation, addressing the current
challenges in its pedagogical implementation and its integral perspective on
how heritage education can promote socio-cultural development, linking past,
present and future through a critical and participatory approach. Therefore,
the present review aims to analyze the existing literature on heritage
education and its impact on the valorization of cultural heritage.
Keywords: cultural identity; cultural heritage;
valorization
Introducción
La educación patrimonial ha emergido como un tema
de creciente interés tanto en el ámbito académico como en el social,
especialmente por su papel fundamental en la valorización del patrimonio
cultural. En el estudio de la literatura existente sobre este tema se analiza
que el patrimonio no solo constituye un legado histórico, sino también una
herramienta para promover un sentido de pertenencia y responsabilidad social.
El diccionario de la Real Academia Española (2024)
asocia el término patrimonio “(Del lat.) patrimonium”,
refiriéndose a la: “Hacienda que alguien ha heredado de sus ascendientes / Conjunto
de los bienes y derechos propios adquiridos por cualquier título” (párr. 1-2).
Esta perspectiva resalta la función activa del
patrimonio en la gestión cultural, una idea que se complementa con la propuesta
de Cortés Ferreira (2021), quien enfatiza que la gestión cultural debe
adaptarse a las necesidades contemporáneas. Este enfoque subraya la importancia
de salvaguardar el patrimonio en un mundo en constante transformación.
El criterio de Oriola Requena (2019) sostiene que
el patrimonio es una “(…) construcción cultural (…) sujeta a cambios, (…)” (p.
537). Lo que implica que su interpretación y valor pueden evolucionar con el
tiempo. Este enfoque es asumido por los investigadores del estudio, quienes
enfatizan que el patrimonio no solo debe ser entendido desde una perspectiva
estática, sino como un proceso dinámico que refleja las transformaciones
sociales y culturales de cada época.
La comprensión del patrimonio ha sido enriquecida
por diversas declaraciones universales, cartas internacionales y convenciones
que amplían su alcance para incluir tanto bienes materiales como inmateriales.
La Unesco (2021) destaca que la cultura y el patrimonio son fundamentales para
la resiliencia de las comunidades, especialmente en tiempos difíciles.
La designación de nuevos sitios como Patrimonio de
la Humanidad no solo reafirma su valor cultural e histórico, sino que también
evidencia el esfuerzo mundial por proteger estos tesoros universales. Este
reconocimiento no solo impulsa su conservación, sino que también fomenta una
mayor conciencia sobre la importancia del patrimonio como pilar fundamental de las
sociedades. Al preservar estos legados, no solo salvaguardamos nuestra memoria
colectiva, sino que también se fortalecen los lazos sociales y se enriquecen
las identidades que definen.
En sus inicios, el concepto de patrimonio era
rígido y limitado al campo estético; sin embargo, la segunda mitad del siglo XX
marcó un cambio significativo al incluir todos los bienes que representan la creación
humana. La Convención de 1972 de la Unesco (2021), fue un hito al promover la
identificación, protección y preservación del patrimonio cultural y natural a
nivel mundial. Este avance transformó la percepción tradicional
hacia una visión más inclusiva que abarca la actividad humana en su totalidad.
Hoy en día, se reconoce que el Patrimonio Cultural
Material incluye bienes culturales muebles e inmuebles, mientras que el
Patrimonio Inmaterial abarca manifestaciones culturales e incluye sitios
naturales que forman parte del Patrimonio Natural.
Organismos como el Consejo Internacional de
Monumentos y Sitios (ICOMOS), el Consejo Internacional de Museos (ICOM) y el Centro
Internacional para el Estudio de la Conservación y Restauración del Patrimonio
(ICCROM), son parte integral de estos mecanismos de cooperación. En este sentido,
el concepto de memoria es esencial, dado que el patrimonio actúa como testigo
vivo de la memoria individual y colectiva.
En el contexto global actual, el creciente interés
por preservar el patrimonio hace esencial examinar cómo estas transformaciones
influyen en la educación patrimonial y cómo esta puede formar identidades
críticas y responsables. Este análisis permitirá comprender mejor los desafíos
y oportunidades que presenta la educación patrimonial para formar ciudadanos
comprometidos con su legado cultural. Por lo que este
artículo tiene como objetivo analizar la literatura existente sobre la
educación patrimonial y su impacto en la valorización del patrimonio cultural.
Desarrollo
La significación simbólica del patrimonio se
comprende a través de su proceso de construcción, denominado patrimonialización. Según Dormaels
(2011), Mendoza Mejía (2018) y Fontal-Merillas y Castro-Martín (2023) un elemento debe ser reconocido por la
sociedad para ser considerado patrimonio.
Marín Cepeda (2014) amplía esta idea al señalar que
depende "(…) de los valores que la sociedad en general les atribuye en
cada momento de la historia, determinando así qué bienes son los que hay que
proteger y conservar para la posteridad" (p. 81). Esto pone de manifiesto
que la valoración del patrimonio no es estática, sino que está sujeta a las
dinámicas sociales y culturales del momento.
Fontal-Merillas y Marín-Cepeda (2018) afirman que
"(…) el individuo dota de sentido a su contexto, otorgando significados e
incorporándolos a su andamiaje identitario. (…)" (p. 486). Esta afirmación
resalta la interconexión entre el individuo y su entorno patrimonial, donde el
significado se construye a partir de experiencias personales y colectivas.
Asimismo, Marín-Cepeda y Fontal Merillas (2020)
definen los contextos de patrimonialización como
esferas que transitan desde lo próximo hacia lo lejano y desde lo individual
hacia lo social, abarcando dimensiones identitarias, afectivas, experienciales,
temporales y sociales.
El vínculo entre el sujeto y el bien patrimonial
inicia con una vivencia desencadenante, seguida de una implicación emocional
que otorga valor y significado al bien. Este proceso se proyecta en acciones
como recordar, preservar, cuidar, disfrutar o transmitir lo que simboliza.
Tales procesos pueden ocurrir tanto a nivel individual como colectivo, formando
comunidades patrimoniales que comparten una historia común.
Los autores del presente artículo se acogen a este
enfoque relacional entre el individuo y los bienes patrimoniales, considerando
que estos lazos de identidad son creados y heredados por el ser humano. Así, se
transmite el legado y significación de estos bienes como parte de la memoria
colectiva e individual, incluyendo su valor histórico, artístico, científico,
ambiental, estético y social.
Por consiguiente, satisfacer los intereses y deseos
del patrimonio requiere un compromiso ético de todos los sectores tanto público
como privado para su adecuado aprovechamiento. Este compromiso busca un equilibrio
entre su valor de uso y función. En un contexto de transformación
socio-patrimonial, la responsabilidad estatal es determinante para garantizar
el flujo representativo de discursos que porten identidades, historias y
memorias.
Ferrada Aguilar (2021) aboga por restituir el rol
protagónico a las comunidades en la construcción social de sus historias, más
allá de los productos acabados que determinan los tipos de patrimonio a
conservar. Es fundamental mantener la transmisión y activación del patrimonio
mediante entornos productivos de conocimiento e imaginarios colectivos.
La educación se convierte en el núcleo analítico
para reflexionar sobre la construcción de identidades y decisiones sociales. La
importancia del pensamiento crítico radica en capacitar a las personas para
identificar vacíos en su conocimiento, convirtiéndolos en conceptos prácticos
útiles. De esta manera, la formación crítica se transforma en un motor de cambio
y empoderamiento social.
Desde su valor educativo, el patrimonio requiere
una didáctica crítica que forme ciudadanos activos, participativos y
responsables. Según Lucas y Delgado-Algarra (2020), esto conecta a las personas
con su realidad mientras promueve una educación patrimonial efectiva. Zabala y
Roura Galtés (2006) proponen desarrollar esta
didáctica desde un enfoque integrador utilizando metodologías investigativas
orientadas a intervenir en contextos socioculturales específicos.
El presente estudio destaca momentos significativos
entre las décadas de 1960 y 1980 que impulsaron la educación patrimonial; este
término comenzó a ser conocido en Brasil antes de extenderse a otros países
latinoamericanos y europeos.
A nivel internacional, la Unesco (2021) promovió
incluir el patrimonio en leyes educativas y ámbitos científicos. Existen
numerosas organizaciones elaborando programas educativos para concienciar sobre
esta temática bajo la premisa “(…) educación por y para el patrimonio. (…)”
(Oriola Requena, 2019, p. 540). En 1990 se organizó el I Congreso Internacional
de Ciudades Educativas en Barcelona, donde se destaca a la ciudad como un
espacio educador (Corbacho Pachón 2021).
Para los investigadores del estudio, las ciudades
se posicionan como espacios transformadores, facilitadores de conexiones entre
ciudadanos y entornos educativos. Estas actúan como transmisores de
conocimientos promoviendo formas críticas de pensar con sentido comunitario. A
través de esta interacción se construyen patrimonios que reflejan tanto pasado
como presente cultural.
No fue hasta principios del siglo XXI cuando
comenzó a fortalecerse una amplia revisión sobre educación patrimonial; esta
fue determinada como disciplina científica centrada en su reconceptualización e
inclusión de diversas perspectivas educativas, siendo España líder en
producción científica en este campo.
Linares Herrera (2022) argumenta que las revistas
científicas desempeñan un papel crucial en preservar el patrimonio cultural;
esto implica que investigación y difusión son fundamentales para fortalecer
conexiones comunitarias con dicho legado. Además, los enfoques
interdisciplinarios enriquecen el aprendizaje, fomentando una mayor
participación juvenil en la valoración conservativa del patrimonio cultural.
El término Heritage Education[1] en el ámbito anglosajón prioriza el acceso para
todos, promoviendo una inclusión que trasciende barreras culturales y sociales.
Fontal Merillas (2016) menciona, además, diversas metodologías que fomentan una
educación patrimonial intercultural; como los mapas interactivos que permiten
compartir experiencias, facilitan la interacción entre diferentes culturas, y
contribuyen a la construcción de identidades colectivas.
A pesar de los avances significativos en la
producción científica internacional relacionada con evaluaciones a programas
educativos en Estados Unidos y Canadá, persiste una brecha entre las
investigaciones académicas y las demandas culturales necesarias, para modelos
educativos efectivos adaptados a cada contexto. Esto pone de manifiesto la
necesidad de un enfoque más contextualizado y relevante en la educación
patrimonial.
Investigadores latinoamericanos han abordado
contextos no formales vinculados a conceptos como "museo",
"memoria" y "derechos humanos". A pesar de contar con
espacios culturales propicios para mediación e interacción existe una necesidad
apremiante por desarrollar áreas didácticas dentro museos bibliotecas.
La educación patrimonial ha sido objeto de diversas
definiciones en la literatura académica, lo que refleja su riqueza y
complejidad. Osuna Torriente et al. (2022) presentan
la educación patrimonial como un testimonio de la sociedad en sus dimensiones
histórica y actual, lo que implica una visión integradora que reconoce la
continuidad cultural.
Corbacho Pachón (2021) señala que estas
definiciones varían según el enfoque de actuación adoptado, sugiriendo que su
comprensión es multifacética y depende del contexto en el que se aplique. Esta
perspectiva se complementa con la descripción de Romero Bello y Gómez Morales
(2021), quienes enfatizan que la educación patrimonial consiste en un conjunto
de acciones pedagógicas que permiten a los individuos conocer y valorar su
legado cultural, destacando así su función educativa y formativa.
Almeida Serres y Campos de
Azevedo (2021) introducen la educación patrimonial como
herramienta de valorización de la cultura inmaterial local, mientras que Zabala
y Roura Galtés (2006) la consideran como una
disciplina clave en la gestión del patrimonio, lo que resalta su importancia en
la preservación y transmisión de la herencia cultural.
Esta visión se alinea con la identificación de
Álvarez de Zayas (2004), quien define la educación patrimonial como un
“complejo histórico-natural-cultural” (Como se citó en Ávila-Maldonado, 2017, p.
16), donde se entrelazan las experiencias de las generaciones pasadas y
presentes. Esta definición subraya la dimensión temporal y su relevancia en la
construcción de identidades sociales.
Los razonamientos expuestos apuntan hacia un
carácter integrador e identitario de la educación patrimonial en relación con
las tradiciones y la cultura local. Osuna Torriente
et al. (2022) sugieren integrar fenómenos naturales, físicos, históricos y
sociales en la formación humanista. Este argumento se complementa con el
criterio de García Valecillo (2009), asumido en esta investigación, quien
sostiene que el bien patrimonial actúa como “(…) un recurso para el
aprendizaje, capaz de conectar al ciudadano con su diversidad cultural y su
entorno social. (…)” (p. 274).
Además, se adoptan las características de la
educación patrimonial propuestas por Rodríguez Vallejo y Valdivia Martínez
(2016), que se distingue “(…) por ser multifactorial, permanente, escalonado,
bilateral y activo, en vínculo con el trabajo y dirigido hacia el futuro. (…)”
(p. 83). Esto
implica aprovechar diversos espacios más allá de los entornos escolares e
influir en los individuos desde la infancia a lo largo de su trayectoria
educativa.
Es esencial adaptar actividades motivadoras al
nivel de desarrollo de los estudiantes y fomentar una interacción constante
entre educador y alumno, también se deben considerar las necesidades
individuales y grupales, desarrollando en los estudiantes un compromiso activo
hacia la preservación y transmisión del patrimonio cultural a las futuras
generaciones.
La diversidad de enfoques y definiciones en la
literatura sobre educación patrimonial enriquece el concepto al ofrecer
múltiples perspectivas sobre su función y aplicación, lo que señala la
necesidad de un enfoque multidimensional que contemple las diversas realidades
y contextos en los que se desarrolla.
Desde una perspectiva holística e innovadora, en
este trabajo se define la educación patrimonial como un proceso permanente,
sistemático y transversal, abordado desde un enfoque relacional, integrador e
interdisciplinario. En este proceso, el sujeto actúa como un agente
socio-crítico, innovador, proactivo y dinamizador, estableciendo una
interconexión dialéctica con los elementos culturales patrimonializados
y recreados en diversos escenarios de la ciudad.
La educación patrimonial se configura como un
proceso educativo integral que busca promover la valoración, preservación y
apropiación del patrimonio cultural por parte de la ciudadanía. Este proceso
implica el desarrollo de competencias cognitivas, emocionales y actitudinales
que permiten a los individuos reconocer y disfrutar de su legado cultural,
fomentando así el sentido de pertenencia y la identidad cultural.
La implementación de la educación patrimonial debe
ser sistemática y continua, abarcando diversos contextos educativos (formal, no
formal e informal) y adaptándose a las necesidades de diferentes públicos.
Además, debe incorporar enfoques interdisciplinares y metodologías activas que
promuevan la participación y el compromiso comunitario en la gestión y
salvaguarda del patrimonio.
En este sentido, no solo debe comunicar información
sobre el valor patrimonial, sino también "(…) estimular, hacer
reflexionar, provocar emociones y compromisos para acercarse al patrimonio
utilizando un mensaje de interpretación como fuerza que produzca cambios en las
actitudes y comportamientos, obteniendo como resultado conciencias ciudadanas
de mayor compromiso" (Morejón Fernández y Jiménez Sánchez, 2022, p. 131).
Así, la educación patrimonial se erige como una
herramienta fundamental para construir una ciudadanía crítica y responsable en
la preservación y transmisión del patrimonio cultural, integrando elementos
clave como la transversalidad y la interconexión entre sujeto y patrimonio.
Enfoques y modelos para una educación patrimonial
de calidad: Desafíos y perspectivas actuales
La educación patrimonial se aborda desde diversas
perspectivas que enriquecen el proceso educativo y se agrupan en varios
modelos, cada uno con un enfoque específico. Fontal Merillas e Ibáñez-Etxeberría (2017) destacan que la educación con el
patrimonio se concibe como un recurso didáctico, utilizando elementos
patrimoniales para facilitar el aprendizaje. A su vez, la educación del
patrimonio integra estos elementos como contenidos dentro de las materias
curriculares, promoviendo un aprendizaje más estructurado y disciplinar.
Por su parte, la educación para el patrimonio
implica una intervención activa en la configuración del mismo, donde la acción
educativa se convierte en un agente decisivo en la preservación y valorización
del patrimonio cultural. Finalmente, la educación desde y hacia el patrimonio,
o educación patrimonial, se centra en los procesos de patrimonialización
e identización, enfatizando la importancia de
construir identidades culturales a través de la interacción con el patrimonio.
Marín-Cepeda (2014), hace referencia a “(…) un
modelo de educación patrimonial (…)” (Como se citó en Fontal Merillas e Ibáñez-Etxeberría, 2017, p. 205); según estos autores, se
caracterizan por su diversidad y se agrupan en varias categorías que reflejan
diferentes objetivos en el proceso educativo.
Fontal Merillas e Ibáñez-Etxeberría
(2017), abordan otros modelos como: el instrumental o utilitarista que considera
la educación como un medio para alcanzar fines no educativos, frecuentemente
relacionados con el turismo. En contraste, el historicista enfatiza la
importancia de los objetos patrimoniales, centrándose en la transmisión de
conocimientos académicos sobre el patrimonio histórico.
Otros modelos como el mediacionista
establecen objetivos de aprendizaje claros y busca mediar la relación entre el
patrimonio y la sociedad, promoviendo una comprensión más profunda de su
interconexión. El modelo simbólico-social resalta el papel del patrimonio en
los procesos de construcción identitaria, mientras que el modelo relacional se
enfoca en establecer conexiones significativas entre los recursos patrimoniales
y las personas (Fontal Merillas e Ibáñez-Etxeberría,
2017).
Estos modelos han evolucionado hacia un enfoque más
holístico que integra el patrimonio en la educación, promoviendo prácticas
educativas que consideran tanto el componente emocional como el sentido identitario,
social y comunitario.
Para evaluar la calidad de los programas, se utilizan
instrumentos como el Plan Nacional de Educación y Patrimonio (PNEyP) y el Observatorio de Educación Patrimonial en
España, considerados ejemplos a implementar en otras latitudes.
Los ejes fundamentales para una educación
patrimonial efectiva incluyen la formación y especialización de educadores, la
interdisciplinariedad, y la flexibilidad. González-Monfort (2019) señala que
"(…) la potencialidad educativa que tiene el patrimonio es enorme, no solo
para estudiarlo por sí mismo, sino como pretexto y origen de una reflexión más
profunda. (…)" (p. 128).
Además, se destacan la innovación, la participación
social, la calidad educativa y el uso de Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TIC), que facilitan la recreación del patrimonio y promueven interacciones
vivenciales con el alumnado. En este sentido, la integración de las TIC ha
demostrado ser fundamental para democratizar el acceso al patrimonio y fomentar
una mayor participación de los estudiantes en su aprendizaje (Rodríguez Vallejo
et al., 2022).
Otro eje importante es la sensibilización, que,
según Fontal-Merillas y Castro-Martín (2023),
implica un proceso secuencial: conocer para comprender, comprender para
respetar, respetar para valorar, valorar para cuidar, cuidar para disfrutar,
disfrutar para transmitir y transmitir para conocer.
Esta investigación considera que esta secuencia
circular o en espiral refleja los objetivos que debe perseguir una educación
patrimonial de calidad al servicio de los ciudadanos. García Valecillo (2009)
las denomina dimensiones pedagógicas: “(…) conocer, comprender, valorar y
actuar. (…)” (p. 276), que “(…) actúan como pilares transversales en el proceso
docente-educativo, incidiendo en la percepción y valoración del patrimonio (…)”
(García Valecillo, 2009, p. 279).
Estas dimensiones se fundamentan en un enfoque de
aprendizaje dialógico que promueve el intercambio de saberes entre actores
sociales. La dimensión del conocer busca generar procesos de aprendizaje que
permitan acceder a diversos conocimientos relacionados con el patrimonio cultural;
desde conocimientos científicos hasta vivencias populares (García Valecillo, 2009).
La dimensión del comprender se centra en los
significados y usos de los bienes patrimoniales. La dimensión del valorar
fundamenta la formación de una ciudadanía cultural responsable. Finalmente, la
dimensión del actuar está centrada en generar competencias para participar
activamente en la gestión patrimonial (García Valecillo, 2009).
Siguiendo a Fontal Merillas (2016), se destacan
cuatro formas principales de conectar el patrimonio con el sujeto:
comunicación, interpretación, didáctica y educación, consideradas peldaños
necesarios para la comprensión de la educación patrimonial. La comunicación del
patrimonio debe producirse desde el patrimonio hacia las personas,
transmitiendo claves para su comprensión y asociándola a valores. La
interpretación actúa como un instrumento de gestión y comunicación, mientras
que la didáctica implica procesos diseñados para hacer efectivo el aprendizaje.
La educación patrimonial se centra en los sujetos y
sus aportaciones al desarrollo integral de la persona y sus relaciones con los
bienes patrimoniales. El patrimonio tiene la capacidad de provocar sentimientos
y emociones, lo que favorece la motivación. Esta motivación permite
resignificar el conocimiento social y desarrollar habilidades para enfrentar el
cambio con una mentalidad abierta.
Se puede concluir que la educación patrimonial debe
ser entendida como un proceso continuo y dinámico que permite a los individuos
reconocer su identidad cultural y asumir un rol activo en su conservación y
transmisión a futuras generaciones.
Sin embargo, González-Monfort (2019) destaca que el
aspecto emocional es poco abordado en normativas y estudios científicos. Este
artículo enfatiza que sin procesos cognitivos afectivos no hay patrimonialización. Colocar al alumnado en interacción
directa y vivencial con el objeto de estudio, utilizando los espacios que
proporciona el entorno, permite establecer conexiones afectivas, activar todos
sus sentidos y aumentar los conocimientos adquiridos, reflejando la unidad
cognitiva-afectiva de la personalidad.
Mediante el pensamiento crítico y creativo, los
estudiantes logran identificar las conexiones entre los distintos elementos de
su entorno y reflexionan sobre las consecuencias de sus acciones. La
explicitación de valores fomenta la integración de juicios éticos en la toma de
decisiones, promoviendo así una ciudadanía responsable. Para lograrlo, es
fundamental contar con pautas claras, recursos adecuados y una estructura
sólida que impulse una educación patrimonial eficaz. Invertir en este ámbito no
solo enriquece el aprendizaje, sino que también asegura la preservación y
transmisión del patrimonio cultural.
A partir de la revisión de la literatura científica
consultada a nivel internacional, fue posible sintetizar brechas
teórico-metodológicas que limitan la implementación efectiva de la educación
patrimonial. Estas son:
·
Falta de voluntad política: Sensibilización y
conciencia sobre la necesidad e importancia de desarrollar una educación
patrimonial en la actualidad.
·
Incorporación al currículo: En muchos casos, no se
considera como disciplina dentro del diseño curricular, sino como parte del
tratamiento local de otras asignaturas.
·
Respaldo normativo: En algunos contextos, no está
respaldada por las normas jurídicas o no se cumple lo establecido.
·
Materialización de propuestas: Aunque se ha
implementado el sustrato teórico, no siempre se logra materializar a la altura
de las propuestas.
·
Preparación docente: Falta de preparación y
capacitación de los profesionales implicados sobre contenidos patrimoniales y
cultura general.
·
Transformación curricular: Necesidad de transformar
los planes de estudio, programas de asignaturas y metodologías, incorporando la
transversalidad de contenidos patrimoniales e integración interdisciplinaria en
todos los niveles educativos.
·
Rigidez horaria: Rigidez de los horarios docentes
para el trabajo integrador e insuficiente planificación de actividades
patrimoniales dentro de la programación institucional, que trasciendan a lo
vivencial y experimental en la interconexión entre individuos y su ciudad.
·
Fusión teoría-práctica: Falta de fusión entre la
teoría y la práctica.
·
Gestión coordinada: Falta de gestión y coordinación
entre todos los agentes implicados en la educación patrimonial (escuela,
instituciones culturales, colectivos específicos, asociaciones).
·
Dinamismo educativo: Poco dinamismo entre
instituciones educativas y docentes en el diseño innovador de propuestas que
generen participación activa e intercambios con especialistas, expertos y
actores locales relacionados con la cultura patrimonial.
·
Apego a clases convencionales: Falta de creatividad
y motivación para desarrollarlas en cualquier escenario educativo.
·
Aprovechamiento de TIC: Poco aprovechamiento de las
tecnologías para recrear, apreciar, valorar, difundir y actualizar los procesos
patrimoniales desde otras culturas.
·
Socialización de experiencias: Poca socialización y
conexión para compartir experiencias que permitan avanzar y mejorar las
prácticas educativas.
·
Protagonismo comunitario: Falta de actuación activa
por parte de las comunidades como protagonistas de su patrimonio.
·
Programas atractivos: Necesidad de crear programas
diferentes, atractivos y dirigidos a todo tipo de público desde las
instituciones culturales que gestionan el patrimonio.
·
Criterios de normalización: Ausencia de criterios
que aseguren normalización, accesibilidad universal y diseño universal en los
currículos educativos.
·
Conceptos clave: Necesidad de trabajar sobre una
base sólida en relación con conceptos clave como diversidad, discapacidad,
accesibilidad, diseño universal e inclusión.
Estos desafíos resaltan la urgencia por desarrollar
un enfoque integral que no solo contemple las necesidades educativas actuales
sino también promueva un compromiso activo con el patrimonio cultural. La
superación de estas barreras es esencial para garantizar que la educación
patrimonial cumpla su rol transformador en la sociedad contemporánea.
Cuba también se refleja en algunas de estas
debilidades, no obstante, la protección al Patrimonio Cultural y Natural es un
fin principal del Estado, respaldado por normas legales y un sistema
institucional que favorece el desarrollo educacional, científico y cultural.
En los últimos años, se ha observado un incremento
en la investigación cubana sobre educación patrimonial, lo que ha permitido
avances significativos en la concienciación sobre su relevancia. El estudio
realizado por Rodríguez Vallejo et al. (2022) se erige como un referente fundamental
en la literatura académica sobre este campo, analizando logros e insuficiencias
y proporcionando una base sólida para futuras investigaciones.
Uno de los logros más notables ha sido la
integración efectiva de la educación patrimonial en diferentes niveles
educativo. No obstante, persisten desafíos como la falta de formación
específica para docentes y recursos didácticos adecuados. Rodríguez Vallejo et
al. (2022) enfatizan que la falta de recursos didácticos adecuados limita la
efectividad de la enseñanza patrimonial. Además, es esencial realizar más
investigaciones empíricas que evalúen el impacto real de esta educación en las
comunidades.
Los investigadores cubanos enfrentan desafíos
adicionales, especialmente dentro del ámbito digital, donde escasean estudios
sobre modalidades educativas mediadas por dispositivos móviles o digitales lo
cual limita la potencialidad educativa presente actualmente.
Para abordar estos desafíos, es necesario
introducir cambios estructurales y metodológicos que conecten a los estudiantes
con su entorno cultural. La solución radica en desarrollar una educación
patrimonial integradora y participativa, donde el patrimonio se utilice como un
recurso valioso para el aprendizaje y la construcción de una ciudadanía
responsable y comprometida con su legado cultural.
En resumen, los enfoques y modelos para una
educación patrimonial de calidad enfrentan desafíos significativos, pero
también ofrecen perspectivas prometedoras. La integración efectiva de estos
modelos contribuye a formar ciudadanos comprometidos con su legado cultural y a
fomentar una sociedad más crítica y responsable frente a su patrimonio. Así, es
esencial continuar investigando y desarrollando estrategias innovadoras que
respondan a las necesidades cambiantes del contexto educativo actual.
En última instancia, fortalecer la educación
patrimonial no solo contribuye a preservar el pasado; también empodera a las
comunidades para enfrentar los desafíos del presente y construir un futuro más
consciente y comprometido con su herencia cultural. Este enfoque integral no
solo enriquece el aprendizaje, sino que también cultiva una ciudadanía
responsable y reflexiva capaz de valorar y proteger su patrimonio cultural.
Conclusiones
La revisión bibliográfica realizada evidencia que
la educación patrimonial desempeña un papel esencial en la valorización del
patrimonio cultural y en la construcción de identidades sociales críticas. Se
concluye que es fundamental implementar enfoques educativos integradores que fomenten
la participación activa de los ciudadanos en la preservación del patrimonio.
Para lograr una educación patrimonial efectiva es necesario superar las
barreras existentes en los contextos educativos; esto implica mejorar tanto la
formación docente como los recursos disponibles. Además, se destaca la
importancia de promover un compromiso ético colectivo hacia el legado cultural
compartido.
Referencias bibliográficas
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Conflicto de intereses Los
autores declaran no tener conflictos de intereses. |
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